Morfologia urbana geografia

Tema 1 – Análisis de la ciudad, un espacio heredado

Introducción

En 1800 sólo el 3% de la población era urbana frente al 75% previsto para 2025. Más de 1500 millones de personas residen en aglomeraciones, sobre todo en el Tercer Mundo, que no dejan de crecer en un contexto de implosión (ocupación residencial tan intensiva que no deja libre espacio ni para cementerios, cauces de ríos…). Mientras en 1950,
6 de las 7 aglomeraciones de más de 5 millones de habitantes se encontraban en los países industrializados, hoy de las 45, 29, se localizan en países en vías de desarrollo.

Un planeta urbano

En el pasado las ciudades eran un espacio bien distinto del entorno rural. Actualmente las ciudades se configuran como espacios abiertos, como aglomeraciones de personas, actividades y construcciones muy diversas donde es difícil establecer los límites campo-

Ciudad

El tamaño poblacional y la variedad e importancia de sus funciones determinan el lugar que ocupan dentro de los sistemas urbanos regionales, nacionales y mundiales.

Definición de la ciudad

Los organismos estadísticos de los distintos Estados definen como ciudad asentamientos que sobrepasan un determinado número de habitantes. El problema es que el umbral difiere de unos países a otros dificultando comparaciones. Los límites más altos corresponden a países en vías de desarrollo o a países donde predomina el doblamiento rural concentrado y los más bajos en los países desarrollados.

Otra dificultad para comparar se complica por las diferencias de superficie en las demarcaciones territoriales en las que se sitúan los asentamientos (“gemeinde” alemana 2<“commune” francesa=»» 3=»»>“commune”>. Por eso la definición debe incluir otras variables relativas a las actividades que realizan las personas y a las relaciones entre localidades de diferente rango demográfico y complejidad funcional.

Para la geografía urbana, la ciudad se define como el espacio ocupado por una agrupación continua e importante de personas que no trabajan en el cultivo de la tierra o que, al menos, esta actividad no es la principal. También se define la ciudad como lugar central que proporciona empleo y servicios variados a la población que reside en ella y en otras localidades de su área de influencia.

Funciones urbanas

Las funciones predominantes en cada ciudad no son siempre las mismas evolucionan a través del tiempo, según la sucesión de innovaciones tecnológicas, sistemas de producción e ideologías.

Dirección y mando

Productivas

De servicio

Desde sus orígenes las ciudades son lugares privilegiados para las funciones políticas, económicas y religiosas que dejan huella en el paisaje urbano. En el pasado fortalezas, castillos. Hoy, residencia del Jefe de Estado, edificios de órganos de la Administración. La religiosa mediante iglesias, mezquitas…

Antes de la revolución industrial los talleres artesanos se  mezclaban con otras funciones. A partir del S.XIX la industria se convirtió en el principal agente de transformación del paisaje y motor de flujos de población. Las ciudades crecieron y se separaron los lugares de trabajo  y residencia.

Todas las ciudades son lugares de distribución de mercancías, productos industriales y agrícolas ejerciendo función de mercado. La posibilidad de encuentro facilita la función cultural.  Las condiciones climáticas favorables y la situación privilegiada (litoral, montaña) hacen posible la función de ocio y turismo.

La ciudad es un espacio heredado

Las ciudades son espacios materiales cuyas características resultan de:

  • Las condiciones de los entornos geográficos sobre los que se asientan y
  • De la acción combinada de los agentes sociales y las fuerzas económicas que intervienen en su producción.
    • El espacio físico configura la morfología o paisaje urbano (imagen visual). Es el continente (sustancia social) frente al contenido (sustancia social) que se manifiesta en el plano y los edificios (reflejo de estilo de vida, organización…a lo largo del tiempo)
    • El entorno geográfico determina la morfología a través de las características del emplazamiento (lugar concreto donde se asienta la ciudad) y del factor de situación (y actúa como condicionante de la expansión urbana a lo largo del tiempo).
    • La tipología del plano y las características de los edificios y los usos del suelo expresan la herencia de la historia en el paisaje urbano exteriorizando las condiciones sociales, económicas, tecnológicas y simbólicas  que han determinado su desarrollo y expansión. Todo ello permite identificar “regiones morfológicas” dentro de las ciudades.

Los elementos del paisaje urbano  están sometidos a un constante cambio aunque cada uno de ellos evoluciona a un ritmo diferente:

      • El uso del suelo es el que cambia con más rapidez
        • Los edificios y construcciones siguen  a continuación, ya que las inversiones realizadas hacen que se mantengan varias generaciones
        • Lo último que cambia es el plano (el elemento más conservador)

Entorno geográfico

El análisis de la forma urbana y su paisaje ha de partir del estudio de los factores geográficos  y debe incluir los elementos de la morfología urbana.

El emplazamiento: alude a la topografía concreta del lugar en el que se levanta la ciudad.

La situación:
Alude a la posición de la ciudad respecto a su entorno regional.

Ambos factores son los primeros condicionantes de la forma del plano, del trazado de las calles, de la estructura urbana y la movilidad interna. A través de estos factores se reconocen los motivos que determinaron la fundación de la ciudad y las funciones desempeñadas a través del tiempo:

El emplazamiento responde a necesidades defensivas o comerciales.

La situación refleja preocupaciones estratégicas y económicas.

Morfología urbana

Desde hace años, las diferencias campo ciudad tienden a desaparecer y se impone un nuevo modelo de ciudad caracterizado por la forma dispersa con enormes áreas metropolitanas, fenómenos de conurbación y verdaderas megalópolis que a su vez se integran en esquemas ideales más amplios de regiones funcionales urbanas.

  • Área metropolitana


    Hace referencia a una estructura urbana compleja que casi siempre desborda los límites administrativos que constituyen el espacio de responsabilidad e intervención de las corporaciones metropolitanas, formadas por la representación de los distintos municipios existentes en su interior. Aparecen estructuradas por:
    • La ciudad central, el espacio urbano más consolidado y dinamizador de la aglomeración y
    •  Una periferia, espacio receptor de los fenómenos de difusión del centro. Dentro de ésta se encuentran:
      • El área suburbana, como periferia interior
      • La franja periurbana, como periferia exterior, donde se superponen usos urbanos y rurales del suelo.
  • Megalópolis


    Manchas urbanas integradas por varias ciudades que se extienden sobre decenas de kilómetros y en las que habitan más de 20 millones de habitantes.

Elementos de la morfología urbana:

  • El plano

Es el resultado de la combinación sobre el espacio de superficies edificadas y superficies no construidas (calles, plazas, jardines).

A través del plano se aprecian las etapas de crecimiento de la ciudad, las corrientes urbanísticas y los factores políticos, económicos, religioso

cosmológicos que han intervenido en el trazado viario y en la ocupación del territorio.

Elementos estructurales del plano

  • Líneas de fijación


    Son barreras que impiden o limitan la expansión de la ciudad, ya sean obstáculos físicos, humanos, o inmateriales.
  • Las franjas o cinturones de expansión


    Son las zonas de crecimiento que han surgido bajo la presión demográfica y la actividad constructora en espacios periféricos.

Modelos de planos

Los planos son estructuras complejas en continuo cambio, con zonas diferenciadas interiormente cuyo trazado se ajusta en líneas generales a los siguientes tipos:

  • Planos ortogonales (formados por vías rectilíneas que se cortan perpendicularmente en ángulo recto): utilizados en todas las épocas desde la antigüedad, sobre todo para fundaciones de nueva planta, para actuaciones barrocas, ensanches decimonónicos y para organizar espacios urbanos recientes en nuestras ciudades (PAU)
    .
  • Planos radioconcéntricos


    También utilizados desde la Antigüedad. Numerosos en la Edad Media por el desarrollo a  partir de un castillo o una iglesia de forma espontánea o planificada.
  • Planos irregulares


    No obedecen a un trazado preconcebido. Entre ellos se encuentran los de las ciudades islámicas y los medievales de ciudades con crecimiento espontáneo a lo largo de un camino. También los del esquema de ciudad funcional aunque en este caso existe planeamiento previo (cada polígono residencial y zona industrial dispone de viario propio jerarquizado, según una disposición que tiende a separar la circulación rodada de la peatonal y a diferenciar las vías de circulación por su intensidad de tráfico y la finalidad de los flujos de comunicación).
  • La construcción urbana

Integrado por el entramado, la tipología de los edificios y el volumen arquitectónico que se combinan en el espacio para definir paisajes urbanos diferenciados según la secuencia temporal marcada por la fases del proceso de urbanización (preindustrial, industrial y postindustrial)
. De aquí deriva la diferenciación del interior de las ciudades en “regiones homogéneas” que se distinguen en función de la época.

La desigual calidad de los entornos construidos y la carga de simbolismos que encierran justifican los estudios interesados en revelar las relaciones entre los contenidos simbólicos-sus significados sociales-modos de producción.

En la construcción urbana intervienen variables  medioambientales, factores de tipo económico, social y político y circunstancias de desarrollo tecnológico.

El entramado

 Forma en que se disponen las distintas construcciones en el espacio de la ciudad.

Entramado u orden cerrado (cascos medievales, ensanches decimonónicos y modernos): los edificios se sitúan unos al lado de los otros y ocupan el suelo de forma +- continua y muy intensiva. Los espacios libres se reducen a los del viario público, calles y plazas y caños de separación entre las traseras de las construcciones (centros medievales) o al viario público y patios de manzana (en  los ensanches).

Entramado abierto (barrios de viviendas unifamiliares rodeados de jardín y polígonos residenciales de la ciudad funcional, edificados conforme a la tipología del “open planning”)
. Los edificios se disponen de manera aislada, dejando espacios libres para zonas verdes y equipamientos colectivos (idea de entrada del campo en la ciudad para desarrollar la “ciudad verde” de Le Corbusier)

Tipologías edificatorias

Características distintivas de las construcciones correspondientes a la ciudad histórica y las de la ciudad funcional o fordista y de la ciudad postindustrial.

En la ciudad histórica


Los edificios responden a estilos arquitectónicos del pasado. Formas y materiales están condicionados por valores culturales y exigencias de adaptación al medio natural.

Las viviendas unifamiliares rodeadas de jardín de las periferias de las ciudades industriales, dentro de los presupuestos higienistas  de fines del XIX y principios del XX mantienen vinculaciones con corrientes históricas, así como fórmulas modernistas que no rompen con los planeamientos utilizados en los ensanches y espacios centrales.

En la ciudad funcional


Se impuso la concentración de la construcción en altura por el empleo de hormigón y hierro. Viviendas y oficinas se concentran en:

Bloques: edificios de forma rectangular y de varias plantas, unos denominados laminares o de doble crujía y otros, cerrados o de triple crujía.

Torres: se caracterizan por mayor altura y aparecen aisladas o agrupadas en pequeño número.

Rascacielos: construcciones > 28 metros. Sus orígenes son las ciudades americanas. Hace una década los 10 más altos del mundo se localizaban en EEUU, actualmente sólo 4.

En la ciudad postindustrial (a partir de años 80 tras crisis del petróleo, globalización y modo de producción postfordista): se recuperan las manzanas cerradas del XIX y la calle como elemento de mezcla y diversificación funcional. Para favorecer la relación con la naturaleza proliferan las viviendas unifamiliares con tipologías diversas (adosados, pareados, exentos).

En todas las ciudades, existen áreas de asentamientos marginales donde las tipologías edificatorias van desde auténticas “bidonvilles” a barrios de chabolas.
También son frecuentes en la periferia las construcciones modulares o prefabricadas que, se asocian a procesos de erradicación del chabolismo.

Los usos del suelo

El elemento más dinámico de los que integran el paisaje urbano en base fuerzas que actúan dentro de la ciudad según la naturaleza y funciones urbanas que lo determinan:

fuerzas centrifugas que impulsan a la periferia a las clases sociales de rentas altas, fábricas y grandes superficies comerciales por el rechazo de las áreas centrales para estos usos del suelo.

Fuerzas centrípetas que atraen al centro a segmentos de población de comportamiento “urbanitas” (alto nivel cultural y rentas elevadas o jóvenes). Los barrios del centro con peores condiciones han provocado su ocupación parcial por inmigrantes y poblaciones de escasos recursos económicos. Los comercios de calidad y servicios especializados que requieren contacto personal también son atraídos por localizaciones centrales.

Los usos del suelo repercuten en la morfología y diferenciación interna de la ciudad a través de una desigual densidad de ocupación que originan cada uno de ellos así, las actividades residenciales y comerciales representan el doble de intensidad de ocupación  que la generada por las industriales.

Los cambios en la densidad de ocupación  se deben a varios factores siendo el primero la disponibilidad de suelo urbano:

Modificaciones mínimas: ciudades que crecen lentamente ya que sólo se van  ampliando de diversos usos del suelo

Aumento de densidad:  cuando la ciudad no puede aumentar la superficie

Disminución de densidad: cuando se cuenta con suelo utilizable en abundancia.

Otros factores son las modificaciones en los modos y técnicas de producción de las empresas instaladas en la ciudad, cambios en el estilo de vida de los habitantes y en las preferencias residenciales de los ciudadanos. Estos son los responsables de las modificaciones de los usos residenciales e industriales. La densidad comercial ha permanecido generalmente estacionada.

Los cascos históricos

Los espacios construidos antes de los sesenta del siglo XX constituyen las áreas centrales de cualquier localidad, con características morfológicas y problemáticas sociales distintas del resto de la ciudad. Coincidiendo con ellas o dentro de ellas se encuentran los “centros históricos”.

Los núcleos centrales presentan patrimonios urbanísticos heredados de las etapas preindustrial e industrial que merecen protección. Sus entramados y estructuras arquitectónicas muestran tipologías variadas: recintos medievales, expansiones barrocas, ensanches decimonónicos, suburbios industriales, barriadas “ciudad-jardín” y colonias construidas en la posguerra.

El pasado histórico les dota de valores simbólicos, educativos y convivenciales para toda la sociedad. Los núcleos históricos encierran valores de centralidad vinculados al poder político y económico acordes con su tamaño y el lugar que cada localidad ocupa dentro de la jerarquía urbana regional y son estos valores los responsables de los desplazamientos cotidianos que se efectúan dentro de las ciudades y los problemas de congestión de tráfico. Hay que añadir los desplazamientos que genera la función de ocio en las horas nocturnas y los fines de semana.

Políticas de revitalización del centro

Los fenómenos de suburbanización a partir de los años 50 han propiciado el crecimiento de las periferias metropolitanas y la transformación de las áreas centrales en espacios conflictivos.

Dentro de las operaciones de planificación urbana para adecuar los espacios construidos, las más complejas son las que afectan a las áreas centrales de las ciudades. Razones para actuar:

Estructurales:


por envejecimiento Þ desaparición de actividades características, vaciamiento de población, deterioro de edificios, escasez de zonas verdes, equipamientos y dificultades de circulación y aparcamiento.

Económicas:


plusvalías y escasez de beneficios por alquilerÞ derribo Þrenovación.

Políticas:


Intervención de los poderes públicos que pasó en los años setenta del denominado “urbanismo despilfarrador” al “urbanismo de austeridad”.

A veces la administración deja hacer a la iniciativa privada, otras la estimula y en otras impulsa las actuaciones justificándose por los beneficios para el interés general y por  considerar que mejora la imagen pública de los responsables políticos y administrativos.

Pero al ser las operaciones en estos espacios tan complicadas que hasta pueden paralizarse, en los años sesenta favoreció el crecimiento de los movimientos vecinales contra intervenciones consideradas no respetuosas con el pasado.

Entre propietarios del suelo y promotores urbanísticos/vecinos y comerciantes ha existido a lo largo del tiempo una dialéctica de enfrentamiento de intereses que en los años sesenta terminaba con el triunfo de los primeros. Desde entonces, la existencia de políticas locales diferentes ha dado lugar a dos modalidades básicas de actuación:

Renovación urbana

Desde la concepción fordista, el urbanismo de mediados del S.XX propuso una radical transformación de los centros hacia la apertura de grandes vías interiores con modificación del parcelario y de los volúmenes edificatorios, sustitución de usos del suelo y expulsión de las poblaciones de sus lugares habituales de residencia. Empresas financieras y de servicios fueron promotoras obteniendo beneficio constructores, inmobiliarias  y grandes propietarios actuando las autoridades como legitimadoras del cambio  a través del planeamiento oficial y la participación directa. El resultado fue la destrucción de la trama antigua, liberalización del suelo, reunión de parcelas y reordenación de usos y sustitución de los poco a los muy intensivos.

Rehabilitación urbana

En los años 70 con la crisis del petróleo el modelo de ciudad funcional se tachó de despilfarrador. La caída de la natalidad y el fin del éxodo rural redujeron la necesidad de suelo urbanizable que junto a los movimientos vecinales condujo a un urbanismo alternativo “de recuperación”, que contraponía reorganización con expansión mediante Planes Especiales para el fin de un uso comunitario del suelo y mantener la mezcla social y la diversidad funcional. El “planeamiento de la austeridad” difundido por Leonardo Benévolo propugnó políticas de rehabilitación integral que, asociada inicialmente a la izquierda, es una práctica generalizada cuyo objetivo es frenar la despoblación y la segregación residencial, conservar el entorno y recuperar el parque residencial de los barrios antiguos valorando el centro como espacio singular.

Dinámica urbana

En el contexto económico dominado por los modos de producción capitalistas, los elementos de la morfología devienen mercancía que se intercambia en el mercado de precios libres pero escuelas, viviendas y equipamientos de ocio y salud son necesarios para reproducir la fuerza laboral. Por eso, los agentes sociales, económicos y políticos desarrollan estrategias contrapuestas:

Los propietarios del suelo y del capital son los mayores beneficiarios del valor de cambio del suelo y las plusvalías entrando en procesos de especulación y enfrentamiento entre fuerzas sociales en beneficio propio expulsando a la periferia  a las clases de rentas más bajas.

Los ciudadanos defienden intereses sociales e intentan obtener viviendas, equipamientos y servicios al menor coste posible, y con la mayor calidad ambiental.

Los poderes públicos intervienen como árbitro mediante la planificación pero cuando son incapaces de cubrir las necesidades básicas de infraestructuras y consumo colectivo (vivienda, transporte, abastecimiento y sanidad), adquieren protagonismo los movimientos ciudadanos.

Desde el punto de vista espacial la actuación de los agentes sociales se traduce en un modelo concéntrico de distribución de usos del suelo:

Actividades de gestión, dirección y comercio sustituyen a los usos poco intensivos y menos especializados en las localizaciones centrales más favorables.

Los usos extensivos del suelo (industrias, grandes superficies comerciales, infraestructuras de equipamiento) se trasladan a la periferia.

La bolsa de pobreza en el interior y en las franjas periurbanas expresan también el modo de producción capitalista que facilita el deterioro y abandono convirtiéndolas en “barbechos urbanos”.

En los países socialistas con la supresión de la propiedad privada de los medios de producción el protagonismo en la construcción pasó de la ciudad al Estado y al partido en el poder.

El urbanismo y la planificación urbana

Para evitar los conflictos de intereses contrapuestos desde el siglo XIX se recurre al urbanismo y la planificación urbana de la que su instrumento principal es la legislación urbanística que refleja intereses económicos, necesidades sociales, ideologías dominantes, corrientes culturales y planteamientos ambientalistas.

Los orígenes del urbanismo moderno

Antes del siglo XIX

Revolución industrial

Siglo XX

Estrategias de organización y control del territorio por poderes políticos y religiosos

-Utopismo reformista

-Proyectos higienistas de ciudad-jardín y ciudad lineal

-Programas burgueses de reforma interior y planes de Ensanche

Ciudad funcional y orgánica asumidas por la Ley
General del Suelo de 1956 y de los PGOU

El urbanismo funcional y la ciudad orgánica

    • La ciudad funcional es fruto Le Corbusier y Gropius y  divulgado por la Carta de Atenas (1943) y el  planeamiento oficial.

La ciudad debe satisfacer las necesidades de las funciones y actividades que se realizan en ella con criterios de eficacia inspirados en las formas de producción industrial, la cadena de montaje y la especialización de las tareas.

– El suelo es  segregado en zonas especializadas según usos: residencial/industrial/servicios.

– La circulación rodada se separa de la peatonal.

– Jerarquización viaria: vías rápidas de acceso, vías de circunvalación y vías de penetración.

Las propuestas de ciudad orgánica y comunitaria actuaron como complemento de las formulaciones funcionalistas y se recogieron en los Planes Generales de Ordenación

Urbana


El organicismo  concibe la ciudad como una superposición jerarquizada de comunidades, cada una de diferente rango poblacional y con una dotación de servicios ajustada a las necesidades de su número de habitantes: la unidad vecinal, el barrio, el distrito y la ciudad.

La quiebra del modelo funcional

la pretensión  de elevar el planeamiento a categoría científica quedó reducida a una ilusión ya que la realidad espacial se rige por la lógica del beneficio de mercado no por leyes naturales y es la ideología política la que  rige la planificación no la objetividad.

La crisis del petróleo y los efectos de la globalización han puesto en evidencia las deficiencias del modelo funcional y organicista que es tachado de “despilfarrador” por su expansión continua y el elevado consumo energético derivado de los desplazamientos ocasionados por la zonificación de usos y las bajas densidades de las zonas residenciales.

Desde los años ochenta del siglo XX se apuesta por el urbanismo de recuperación y por un urbanismo integrador que defienden:

  • Actuaciones puntuales en el tejido urbano.
  • La inserción de la toma de decisiones en la sociedad
  • La recuperación de los elementos de convivencia, de mezcla funcional y social

La urbanización en manzana cerrada es la más representativa de los nuevos ensanches, recuperando la calle y con ella la mezcla funcional, la variedad social, los lugares de encuentro y convivencia. También proliferan las viviendas unifamiliares como estilo de vida difundido por los medios de comunicación.

Hacia el urbanismo de la postmodernidad

Para corregir las disfunciones se imponen fórmulas de planeamiento de gestión capaces de apoyar procesos  de reurbanización y gentrificación de las áreas centrales y de reestructuración de la periferia.

Se trata de un urbanismo nuevo que emprende operaciones puntuales y estrategias de reequilibrio metropolitano para mejorar el entramado y el tejido social de la ciudad acometiendo actuaciones de rehabilitación de los centros históricos, creación de áreas de descentralización periféricas, ejecutando programas de remodelación de barrios, con erradicación del chabolismo, y se construyen infraestructuras que buscan la mejora de la movilidad y de los equipamientos y dotaciones colectivas.

La naturaleza descentralizada del modelo urbano postfordista, con estrecha complementariedad entre ciudades pequeñas, medias y grandes aglomeraciones obliga a planeamientos regionales de esquema policéntrico para corregir desequilibrios sociales y territoriales. Se plantea así un urbanismo metropolitano o suprametrapolitano de la integración a distintas escalas, que va de lo local a lo global y siempre preocupado por resolver los problemas de comunicación y transporte (consecuencia del protagonismo actual del funcionamiento en red de los lugares, donde la geografía de flujos e intercambios se impone a la de los lugares).

Este urbanismo de la integración selecciona “zonas de interés regional” y elabora “proyectos de alcance regional” como instrumentos de ordenación del territorio y de un nuevo tratamiento de la ciudad dentro del espacio de redes. El objetivo es suavizar las tensiones heredadas y las que genera el modelo postfordista y especialmente las que derivan de los fenómenos sociales y económicos de exclusión, inseguridad, miseria, segregación, violencia e incomunicación.

Desarrollo urbano sostenible y calidad de vida

La globalización de la economía requiere un esfuerzo solidario para compatibilizar desarrollo urbano y calidad de vida, especialmente frente al crecimiento incontrolado de las ciudades del Tercer Mundo y el deterioro medioambiental del planeta.

Es prioritario garantizar el derecho a la salud y a la educación de millones de pobladores que se hacinan en asentamientos marginales en los  países menos desarrollados.

En las sociedades postindustrializadas  impedir que la ciudad se utilice exclusivamente como bien de cambio y no de uso corrigiendo la marginalización de ciertos sectores de la población. Todo ello para conseguir  que las ciudades se transformen en lugares más habitables y sean capaces de garantizar la supervivencia en las mejores condiciones posbibles.

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