Diversidad Agraria en la Península Ibérica

El Interior Peninsular: Contrastes y Transformaciones

El interior peninsular presenta una gran variedad de paisajes agrícolas. Tradicionalmente, los cultivos de secano han dominado, aunque en las últimas décadas el regadío ha ganado terreno de manera significativa.

La Cuenca del Duero: De la Tradición Cerealista a la Diversificación

La cuenca del Duero se caracteriza por la presencia de pequeñas y medianas propiedades con un parcelario fragmentado, resultado de la concentración parcelaria durante el franquismo. Su orientación histórica ha sido hacia la explotación cerealista y la ganadería ovina. La superficie de pastos y barbechos ha disminuido progresivamente, lo que ha afectado a la ganadería, confinándola a zonas de menor aptitud agrícola o a la estabulación. La producción cerealista ha alcanzado un alto grado de mecanización, mientras que cultivos de regadío como la remolacha, el maíz o la alfalfa se han extendido.

La Mancha: Amplitud y Especialización

El área castellano-manchega se distingue por el aumento del tamaño de las explotaciones agrarias y un notable grado de concentración del hábitat. En las extensas llanuras manchegas, destacan tres grupos principales de aprovechamientos:

  • Ganadería ovina, base de la producción lanera y quesera tradicional.
  • Cerealicultura, en retroceso ante el avance del girasol.
  • Viñedo, que define la fisonomía agraria de La Mancha.

El Oeste Peninsular: La Dehesa y el Latifundismo

El oeste peninsular debe gran parte de sus características agrarias a su pertenencia a la Iberia silícea. Los suelos, poco fértiles, producen cosechas moderadas incluso tras largos periodos de descanso. Por ello, se han desarrollado las explotaciones de dehesa, que integran bajo un régimen extensivo los aprovechamientos agrícolas y ganaderos a partir de los beneficios de la encina. Predomina la gran propiedad, herencia histórica que ha convertido al oeste peninsular en uno de los grandes enclaves del latifundismo español. En las zonas de suelos más ricos aparecen cultivos cerealistas y de plantas industriales. En las extensas áreas convertidas en regadío tras la construcción de embalses, surgieron numerosos cultivos como hortalizas y arroz.

El Valle del Ebro: Diversidad y Tradición

En la cuenca alta del Ebro se alternan características de la España atlántica húmeda y la mediterránea seca, coexistiendo espacios agrícolas, ganaderos y forestales. En las áreas de regadío se aprecia un gran aprovechamiento agrícola, con cultivos de huerta para consumo e industria, así como amplias áreas dedicadas a frutales y la vid, que producen los afamados vinos de Rioja. La depresión del Ebro y sus laderas estuvieron integradas funcionalmente por la trashumancia ganadera. Hoy son espacios yuxtapuestos, con la montaña dedicada a la ganadería y la depresión a la agricultura. En el sistema extensivo predomina la cebada sobre suelos de calidad mediocre, mientras que en el intensivo destacan los cultivos de regadío, de gran tradición y antigüedad.

La Política Agraria Común: Impacto y Desafíos

La política agraria experimentó una enorme transformación tras la entrada de España en la Comunidad Europea (1986) y la consiguiente adopción de la Política Agraria Común (PAC). Sus repercusiones fueron significativas:

  • España se integró en el mercado común europeo, participando en su organización interna y externa, y en el libre comercio entre sus miembros.
  • El libre comercio europeo permitió a los productos españoles acceder a un mercado de millones de consumidores, pero también obligó a incrementar la competitividad modernizando las explotaciones y aumentando los rendimientos y la calidad.
  • Los productores agrarios recibieron cuantiosas ayudas comunitarias procedentes de fondos específicos como el FEOGA y el FEAGA.

España se ha visto afectada por problemas de la actividad agraria comunitaria y por las medidas adoptadas para combatirlos en las sucesivas reformas de la PAC. Entre estos problemas destacan:

  • Los elevados precios de los productos europeos en relación con los del mercado mundial, lo que ha obligado a reducir los precios mínimos de muchos de ellos para poder venderlos.
  • La existencia de excedentes agrícolas y ganaderos, lo que ha llevado a promover medidas como el abandono de la actividad, las cuotas de producción y el incremento de la competitividad.
  • Las exigencias de los consumidores sobre la seguridad y sanidad de los alimentos, la calidad de los productos y el cuidado medioambiental, lo que ha dado lugar al establecimiento de normas sobre estos temas y a condicionar la ayuda recibida por los productores agrarios a su cumplimiento.
  • El despoblamiento de muchas áreas rurales desfavorecidas, lo que conlleva la desaparición de paisajes agrarios tradicionales de gran valor cultural y el deterioro medioambiental. Para evitarlo, se ha intensificado la política de desarrollo rural.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *