Los bienes comunes en Argentina

Los bienes comunes suelos y bosques

Los bienes comunes se definen como aquellos bienes producidos, transferidos o heredados por una comunidad. Estos bienes pueden ser sistemas naturales o culturales. Los sistemas naturales son el agua, el aire, el suelo y la información genética contenida en plantas y animales. Los sistemas culturales son el producto de las acciones llevadas a cabo por una cultura en una sociedad determinada. Los bienes públicos pertenecen a todos, pero existe una legislación que otorga al estado su control y administración. Los recursos naturales son los elementos de la naturaleza valorados para su uso por un grupo social determinado. Los bienes comunes son el sustento básico que posibilita la vida, permiten el transporte y proveen combustibles, son fuente de todos los recursos naturales.

La discusión sobre los bienes comunes

Las res communes son la existencia de cosas naturales utilizadas por todos como el agua, el aire, etc. En la Edad Media, los pobladores del actual Reino Unido contaban con tierras compartidas o comunales para cazar. Las pesquerías pasaron a ser bienes comunes, según interpretaciones de un antiguo documento. A partir de la expansión de las potencias europeas, fueron disminuyendo progresivamente los bienes comunes a disposición de todos. La expansión implicó la apropiación de nuevos espacios y sus recursos, los cuales quedaron bajo la administración de los estados centrales. La tesis ‘tragedia de los bienes comunes’ sostenía que si cada persona de una comunidad tiene acceso a un determinado bien común, llegaría un momento en que tal bien se agotaría o degradaría, de forma tal que nadie más podría beneficiarse de su uso. Esto ponía en primer plano el interés individual.

Los suelos y bosques como bienes comunes

Los primeros bienes comunes convertidos en recursos en Argentina fueron el suelo, los bosques y las selvas. En el caso de los suelos, se han explotado en la agricultura y ganadería. En el caso de los bosques y las selvas, se orientó a la extracción de maderas.

La distribución de los suelos

El recurso suelo ha sido considerado la base fundamental para el desarrollo económico de Argentina. Los suelos más fértiles se encuentran principalmente en la planicie Chaco-Pampeana, que se extiende sobre la provincia de Buenos Aires, el centro y sur de Córdoba y el centro sur de Santa Fe. Estos suelos se originaron sobre el loess, material sedimentario compuesto por minerales y nutrientes. Son suelos profundos y oscuros con horizontes bien estructurados, llamados molisoles. En el noroeste del país se encuentran los suelos típicos de áreas cálidas y húmedas con diversos grados de desarrollo y capacidad para la práctica agrícola.

La distribución de ecosistemas boscosos

Los bosques y las selvas se desarrollaron bajo diversas condiciones climáticas y de suelo. Se pueden reconocer cinco grandes regiones forestales en el país:

  • Selva Misionera
  • Selva Tucumano-Boliviana o Yunga
  • Parques Chaqueños
  • Espinal
  • Monte
  • Bosque Andino-Patagónico

La expansión agrícola de fines del siglo XX

Las planicies pampeanas fueron las áreas del país que se destacaron por la producción de cereales y oleaginosas, así como por la producción bovina. El resto del país se orientó a la producción de otros cultivos de acuerdo a las características de cada área. El clima húmedo y cálido del noroeste del país permitió el crecimiento de cultivos industriales y frutales. A fines de la década de 1980 se inició un proceso acelerado de expansión de la actividad agrícola, que se caracterizó por dos grandes factores: el aumento de la superficie de tierras dedicadas a la agricultura, conocido como agriculturización que se dio en el área pampeana a partir del avance de la agricultura sobre la ganadería, y el aumento de los volúmenes de producción con la incorporación de innovaciones tecnológicas que permitieron obtener mejores rendimientos en las cosechas, es decir, un mayor volumen de granos y semillas por superficie sembrada.

Causas de la expansión

La gran expansión de la frontera agrícola durante los últimos años responde a varias causas de origen natural, social y tecnológico. Este fenómeno está asociado al llamado cambio climático, se ha incorporado tecnología y semillas genéticamente modificadas a la producción agrícola, lo cual profundizó la expansión de la agricultura hacia otras áreas.

El monocultivo de soja

Desde mediados de la década de 1970 y hasta la actualidad se observa un incremento constante de la superficie dedicada al cultivo de esta oleaginosa. Este crecimiento se explica principalmente por dos cambios en los sistemas de cultivo. El primero de ellos se dio en 1975 a partir de la introducción de nuevas variedades de soja traídas desde Europa. El segundo cambio se produjo en 1996 con la aparición de la soja transgénica conocida como soja RR. Junto a la soja RR se introdujeron otros cultivos modificados, pero solo la oleaginosa creció vertiginosamente, lo cual amplió la cantidad de superficie implantada en el país e impulsó el avance sobre áreas de características áridas y semiáridas.

El modelo de producción y sus consecuencias ambientales

Los modelos agrícolas basados en el monocultivo tienen como consecuencia la degradación de los bienes naturales, ya que el principal objetivo de la producción es la obtención de ganancias económicas en el corto plazo. La soja es un cultivo que genera ganancias extraordinarias para los productores privados, así como diversas para el país.

La degradación de los suelos

La planta de soja tiene la particularidad de requerir altas proporciones de nutrientes como nitrógeno y fósforo. Ambos elementos se encuentran presentes de forma natural en los suelos, en cantidades variables y condicionan el crecimiento de las plantas. El monocultivo de una semilla con tales demandas de nutrientes conduce a un progresivo debilitamiento del suelo. Como resultado, se deben emplear fertilizantes artificiales para mantener los rendimientos, lo cual aumenta los costos de producción.

El uso de herbicidas y sus efectos perjudiciales

Los herbicidas son productos químicos diseñados para eliminar hierbas que pueden dañar los cultivos. El uso constante de estos productos introduce sustancias contaminantes en el ambiente, que afectan la composición del suelo, quedan como residuos en las plantas o son transportados por los cursos de agua, extendiendo la contaminación hacia otras áreas. Además, en muchos casos afectan la salud de los trabajadores rurales.

La explotación del bosque nativo

La apropiación del bosque, ya sea privada o pública, se realiza con el fin de extraer maderas destinadas a diferentes usos. Estos usos dependerán de las características de las especies arbóreas, las preferencias de consumo en el mercado mundial y las técnicas disponibles para la transformación de la madera.

Los bosques como fuente de energía: leña y carbón vegetal

A través del tiempo en Argentina se ha dado prioridad al consumo de energía obtenida de fuentes tradicionales, especialmente petróleo y gas. En las áreas rurales, por su parte, se suele utilizar la leña obtenida de los bosques. Con ella se calefaccionan los hogares o se cocinan los alimentos. La leña, además de servir como materia prima para la calefacción, también es la base para la obtención del carbón vegetal, el recurso energético más antiguo que se obtiene a partir del calentamiento de la leña. A diferencia de la leña, el carbón es un producto que se comercializa y se exporta.

La degradación y deforestación del bosque nativo

Los procesos de degradación del bosque nativo argentino se relacionan principalmente con dos cuestiones: por un lado, la explotación selectiva como forma predominante, por el otro, la utilización del fuego como método de apertura de masas boscosas densas, tanto para facilitar el uso agropecuario como para la instalación humana. En este caso, ambos presentan etapas similares en el proceso de degradación:

  1. El bosque original pierde sus ejemplares y con ello disminuye su diversidad biológica.
  2. Sobre el ecosistema alterado avanzan especies invasoras, generalmente arbustos de baja calidad madera.
  3. Aparece un nuevo ecosistema donde se combinan bosques talados o quemados con arbustales.

Un inventario de los bosques argentinos

La preocupación por la pérdida de los bosques nativos, ya sea por deforestación o por degradación, motivó la puesta en marcha de un proyecto para inventariar estos recursos y conocer el estado general de los ecosistemas, así como su grado de conservación. La metodología de trabajo incluyó técnicas modernas, como el procedimiento e interpretación de imágenes satelitales, el uso de sistemas de información geográfica y las recorridas en el terreno. Se identificaron cuatro grandes categorías de cobertura de la tierra en las regiones forestales:

  • Tierras forestales
  • Otras tierras forestales
  • Bosques rurales
  • Otras tierras

La pérdida de biodiversidad

La biodiversidad o diversidad natural es la variedad de organismos vivos, vegetales, animales y humanos, que existen sobre la tierra como resultado de la historia y la evolución de la vida. Es un bien fundamental, pues es el reservorio genético del planeta. Las condiciones del clima, los suelos, la disponibilidad de agua y las formas de relieve determinan una gran variedad de ecosistemas en el territorio nacional.

La pérdida de diversidad biológica

El cambio en el uso del suelo se refiere sobre todo a la deforestación de grandes superficies boscosas, para destinar los suelos a la agricultura o a la ganadería. En este proceso también se considera el crecimiento de las áreas urbanas sobre los sistemas naturales que los rodean. La práctica agrícola requirió tanto el reemplazo de los pastizales pampeanos originales como la deforestación de grandes masas boscosas. En ambos casos, la biodiversidad natural disminuyó y se produjeron cambios en la composición biológica.

  • La sobreexplotación
  • La introducción de especies exóticas
  • La contaminación

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