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Repercusiones positivas y negativas de la actividad turística en Canarias:


La llegada de visitantes a Canarias que quieren disfrutar de nuestro clima y de nuestro patrimonio medioambiental y cultural se remonta al Siglo XIX. En este momento surgen los primeros hoteles, tanto en Gran Canaria como en Tenerife.

Sin embargo, el turismo adquiere una importancia fundamental en la economía canaria a partir de la década de los 60 del Siglo XX. En este momento, se impone un modelo turístico tradicional de sol y playa, que se caracteriza por una abundante oferta, clientela masiva, de poder adquisitivo medio-bajo, alojada en hoteles y apartamentos intermedios y en zonas costeras. También es carácterística de este modelo turístico la omnipresencia de las empresas tour-operadoras internacionales, que actúan como intermediarios entre los consumidores y los oferentes alojativos y de ocio. Su localización fundamental, como ya hemos dicho, es la costa, predominando los hoteles y apartamentos de gran capacidad, servicios de restauración, cafeterías y bares de tres tenedores o menos. En lo que se refiere a la oferta de ocio destacan las instalaciones deportivas, parques acuáticos, instalaciones náuticas y parques recreativos. La demanda de este modelo turístico en las islas es fundamentalmente extranjera.

Las repercusiones que para las Islas Canarias y su población ha tenido el desarrollo de este modelo turístico en los últimos cincuenta años es notable, tanto desde el punto de vista positivo como negativo.

Desde el punto de vista positivo, el turismo ha supuesto para Canarias un desarrollo económico y social sin precedente. Según datos del Gobierno de Canarias, el PIB canario no llegaba a los tres mil millones de euros en el año 1957. En el año 2006, justo antes de la crisis, esta cifra se había multiplicado a treinta mil millones de euros. El turismo supuso el abandono del sector primario como fuente fundamental de riqueza, y el desarrollo de los sectores secundario y terciario, especialmente (y gracias al turismo) la construcción, el comercio y los transportes. En este sentido, es importante apuntar que, a día de hoy, alrededor del 35% del PIB canario depende del turismo y más del 40% de la población activa trabaja en este sector. El turismo es sin duda el motor de la economía canaria. La población canaria ha visto aumentar su nivel de vida considerablemente en las últimas décadas. Sólo desde el año 1995 hasta hoy, el PIB per cápita casi se ha doblado en Canarias, pasando de 11.200 euros a más de 20.000 euros.

El turismo nace a partir de la inversión de conglomerados extranjeros en infraestructuras turísticas, pero gracias a él también se han producido inversiones públicas que han modernizado las Islas. Sirva de ejemplo, la temprana construcción de la GC-1 o las sucesivas ampliaciones del Aeropuerto de Gando y la construcción del Aeropuerto Reina Sofía. Estas infraestructuras mejoran tanto las conexiones dentro de cada isla como la conectividad de los canarios con el exterior.Desde el punto de vista cultural, el impacto del fenómeno turístico puede ser visto también como algo positivo. La llegada de visitantes con ideas y pautas culturales más “modernas” han permitido a Canarias situarse en muchas ocasiones en la vanguardia cultural española. La irrupción transgresora del grupo Los Canarios en el panorama musical español en los años 60 del Siglo XX solo se puede entender desde la perspectiva de una ciudad, Las Palmas de GC, vibrante y abierta al mundo, en una España gris y folclórica.


Sin embargo, el desarrollo del turismo en Canarias también tiene un lado negativo.En primer lugar, es necesario hacer hincapié en que el desarrollo de este modelo turístico se basó en la incorporación al mercado del trabajo de grandes masas de población sin ninguna o poca formación. En este sentido, la aparición de los hoteles escuela a principios de los años noventa del Siglo XX, treinta años después del inicio del boom turístico, no hacer más que poner de manifiesto la poca o nula planificación, que por parte de las administraciones públicas existíó a la hora de dotar al motor de nuestra economía de un cuerpo de profesionales competentes. El modelo turístico de sol y playa fomentó, y sigue fomentando hasta cierto punto, empleos de baja cualificación, mal pagados y en precario. Sirva como ejemplo la lucha de las conocidas como kellys, camareras de pisos que en los últimos años han venido denunciando una situación laboral que ralla niveles impropios de un país desarrollado.

 Por último, quizá la consecuencia más negativa del turismo sobre las islas ha sido su impacto destructivo sobre el medio ambiente. A la presión demográfica que suponen dos millones de habitantes sobre un territorio de las carácterísticas de las Islas Canarias, se unen la llegada de más de diez millones de turistas anuales en los últimos años. El turismo no solo ha supuesto una destrucción casi total del litoral isleño, especialmente en zonas de gran valor paisajístico, sino también el agravamiento de problemas ya seculares en las islas, como son la falta de agua, la contaminación o la gestión de residuos.

A modo de conclusión, es necesario resaltar que en los últimos años se han producido cambios en el modelo (acceso de operadores canarios al mercado internacional, alquiler vacacional, turismo rural y deportivo, etc.), pero parece que todavía esta lejos el lograr un turismo más sostenible con el medio ambiente y que reparta de forma más equitativa entre la población canaria toda la riqueza que genera.

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