Red hidrográfica española y sus características

Características generales

La red hidrográfica española presenta una serie de características generales:

  • 1. La disimetría de la red fluvial, puesto que un 69% de las aguas se vierten hacia el Atlántico, mientras que sólo un 31% se vierten hacia el Mediterráneo.
  • 2. La adecuación al relieve, haciendo que los ríos que discurren por llanuras sean muy largos, mientras los que discurren por zonas de montaña son cortos.
  • 3. El paralelismo de la red hidrográfica, puesto que, a excepción del río Ebro, los grandes ríos de la península discurren de manera equidistante y regularmente distribuidos por el espacio.
  • 4. La alternancia entre cursos de agua y sistemas montañosos, favorecida por la disposición paralela del relieve.
  • 5. La intensa relación con la ocupación del territorio.

El régimen de los ríos peninsulares

El régimen fluvial o régimen hidrográfico es la variación del caudal de un río en función de los cambios climáticos o estacionales. En base a ello, los ríos españoles pueden clasificarse de la siguiente manera:

  • Ríos de régimen pluvial: son aquellos cuyo caudal depende de las precipitaciones en forma de lluvia y, en consecuencia, sus momentos de crecida coinciden con la época de lluvia de los diferentes climas, y su estiaje con la época de sequía.
  • Ríos de régimen nival: son aquellos cuyo caudal depende de las precipitaciones en forma de nieve, por lo que su caudal máximo coincide con el momento de fusión de las nieves a finales de la primavera y comienzos del verano (junio-julio); su estiaje se produce cuando el agua se acumula durante el invierno en forma de nieve en las zonas altas.
  • Ríos de régimen mixto: son aquellos que reciben aportaciones tanto pluviales como nivales. Se denominan nivo-pluvial, cuando la nieve predomina sobre la lluvia, y pluvio nival cuando el aporte de la lluvia es mayor que el de la nieve.

Las cuencas hidrográficas españolas

  • Miño. Es el río gallego por excelencia. Nace en las montañas septentrionales de Galicia, en la provincia de Lugo, y tiene un recorrido de norte a sur hasta unirse con su principal afluente, el Sil. Desemboca en Tuy, tras servir en su último tramo como frontera natural entre España y Portugal. Tiene una longitud de 343 km, y es uno de los ríos más caudalosos de España, pese a disponer de una superficie de cuenca muy reducida.
  • Duero. Es el río de la Submeseta norte, y su cuenca hidrográfica es la mayor de España, con 98.073 km². Nace en los Picos de Urbión, en el Sistema Ibérico, y desemboca en Oporto, tras un recorrido de 913 km. Su caudal medio es de 660 m³/s. Atraviesa las provincias de Soria, Burgos, Valladolid, Zamora y Salamanca, para después internarse en Portugal y desembocar en Oporto. Tiene una tupida red de afluentes, que recoge aguas de la Cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico y el Sistema Central, y es responsable de su elevado caudal. Los más importantes son el Pisuerga y el Esla, por el norte, y el Adaja y el Tormes, por el sur. Su curso sirve de frontera con Portugal en un tramo.
  • Tajo. Es el río más largo de la Península Ibérica (1.202 km). Nace en la Sierra de Albarracín (Teruel), y discurre entre el Sistema Central y los Montes de Toledo, pasando por las provincias de Teruel, Guadalajara, Cuenca, Madrid, Toledo y Cáceres. A continuación, se adentra en Portugal para desembocar en Lisboa, donde forma un estuario. Sus principales afluentes son el Jarama, el Guadarrama, el Alberche, el Tiétar y el Alagón.
  • Guadalquivir. Nace en la Sierra de Cazorla y desemboca en Sanlúcar de Barrameda tras un recorrido de 560 km por las provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz. Recoge las aguas de Sierra Morena a través de los afluentes de su margen derecha (Guadalimar, Jándula, Guadalmellato, Bembézar y Viar). Por la margen izquierda recibe al Guadiana Menor y al Genil.
  • Guadiana. Tradicionalmente, se señalaban las lagunas de Ruidera como su lugar de nacimiento, aunque hoy éste se sitúa aguas abajo. Con una longitud de 840 km, es el menos caudaloso de los grandes ríos peninsulares, pues sólo desagua 79 m³/s. Atraviesa las provincias de Ciudad Real, Badajoz y Huelva, desembocando en Ayamonte tras formar frontera entre España y Portugal en su último tramo. Sus principales afluentes son el Záncara y el Cigüela, en la margen derecha, y el Jabalón y el Zújar, en la margen izquierda. En su cuenca se han construido grandes embalses para el regadío, entre los que destaca el Embalse de La Serena, el de mayor capacidad de Europa occidental.
  • Ebro. Es el más importante de los ríos exteriores de la Meseta. Su cuenca hidrográfica supera los 95.000 km², y su caudal es elevado. Nace en las cercanías de Reinosa (Cantabria), atravesando las provincias de Palencia, Burgos, Álava, La Rioja, Navarra, Zaragoza, Huesca, Lérida y Tarragona, donde desemboca formando el delta que lleva su nombre. Tiene una longitud de 930 km y representa la paradoja de ser una vía muy caudalosa sobre una zona muy seca, lo que es posible gracias a los afluentes de los Pirineos y el Sistema Ibérico. Tiene un régimen complejo, pluvial en su cabecera, y nivo pluvial/pluvio-nival en su recorrido. Sus principales afluentes son el Aragón, el Gállego y el Segre (desde los Pirineos), y el Jalón y el Jiloca (desde el Sistema Ibérico).
  • Segura, Júcar y Turia. Son excelentes ejemplos de ríos mediterráneos, tanto por su longitud moderada como por su caudal reducido. Su régimen es pluvial, y está determinado por el roquedo calizo de sus lugares de nacimiento. Tienen gran importancia en la agricultura, pues riegan las huertas murciana y alicantina (Segura) y valenciana (Júcar y Turia).

Usos y aprovechamientos del agua

El consumo de agua, tanto doméstico como industrial y agrario es muy alto. La principal actividad consumidora de agua en España es la agricultura, llegando al 87% del total en algunas zonas. La actividad agraria de regadío se concentra en la zona mediterránea y subtropical, precisamente las zonas que cuentan con menores y más irregulares precipitaciones. Esto genera un problema en la gestión del agua, provocando que las cuencas mediterráneas presenten balances hídricos negativos, agravados en verano en las zonas costeras por las actividades turísticas. Frente a ello, las autoridades han llevado a cabo la construcción de infraestructuras, tales como embalses, potabilizadoras y depuradoras, para asegurar el suministro en épocas de escasez. Del mismo modo, se han intentado implementar políticas hídricas, cuyo objetivo principal es desviar caudales de las zonas con balance hídrico positivo a las que tienen balance hídrico negativo a través de canales de trasvase. Aparte de su consumo, al agua se le dan usos recreativos (pesca, navegación) y energéticos (producción eléctrica). En cuanto a estos últimos, no están muy desarrollados debido a que la mayor parte del país presenta precipitaciones escasas e irregulares, no disponiendo los ríos de un curso que permita este aprovechamiento (con la excepción de los grandes ríos peninsulares). Dado todo lo expuesto, los problemas de sobreexplotación de las aguas son muy frecuentes, provocando la salinización de acuíferos y agravando los problemas de contaminación provocados por los vertidos agrarios, ganaderos, industriales y urbanos.

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