Climas y Vegetación de la Península Ibérica y Canarias

En la Península domina el **clima templado mediterráneo** que se continentaliza conforme nos adentramos en la Península. Existen otros dominios como la franja del norte de **clima oceánico** o **atlántico** (templado húmedo), o el **subtropical canario**. También hay zonas áridas en el sureste peninsular, el valle del Ebro y la zona noroccidental de la Submeseta norte. En zonas montañosas, por encima de los 1500 m, se da el **clima de alta montaña**.

Clima templado húmedo, oceánico o atlántico

Se da en Galicia, en la franja costera cantábrica y área prepirenaica, con precipitaciones todo el año. Por su latitud, es una zona muy expuesta a los centros de acción fríos (borrascas asociadas al frente polar) del Atlántico, y a vientos de componente norte que aportan lluvias orográficas por la disposición W-E del relieve. Presenta una elevada nubosidad (65 %) y gran humedad relativa (75-80 %), con más de 800 mm/año de precipitaciones, que son regulares al tener más de 150 días lluviosos al año, con máximos en invierno o primavera. Las precipitaciones superan los 1000 mm en las costas, que se reparten a lo largo de todo el año; no tiene meses secos. En la montaña, las precipitaciones aumentan (1500-2000 mm/año) en áreas de barlovento de la Cornisa cantábrica. A partir de los 1500 m de altitud pasamos al dominio de alta montaña, que aparece en el Pirineo axial y Picos de Europa. Conforme nos desplazamos al este, llueve más desde octubre a enero.

Las temperaturas en invierno están suavizadas por la influencia del mar (enero, entre 8 y 10 °C) y en verano son frescas, en torno a 18 °C de media; el mes más cálido no supera los 22 °C, por lo que hay una amplitud térmica reducida. Conforme nos alejamos de la costa, aparece cierta continentalización: el invierno se endurece bajando en enero de 6 °C en Vitoria y Pamplona; en zonas del sur e interior de Galicia, los veranos tienen temperaturas superiores a 22 °C, periodo seco corto y atenuado en verano, como en Orense o el Prepirineo oriental.

Vegetación del dominio eurosiberiano

Con estas características climáticas, en esta zona se desarrolla la vegetación del dominio eurosiberiano, donde aparece el bosque caducifolio compuesto por árboles altos, con hojas grandes que caen en otoño, de aspecto frondoso. Los bosques más característicos son el hayedo y el robledal; en el sotobosque crecen helechos y musgos, en un ambiente sombrío. El haya exige humedad y no tolera los valores extremos en las temperaturas, por ello se sitúa en los valles umbríos y los pisos montanos altos, a más de 1.000 m, dependiendo de umbrías o solanas. Es un árbol de montaña con madera dura y de calidad, para elaborar muebles. El haya está en regresión y va siendo sustituida por el pino silvestre. Se localiza principalmente en la Cordillera Cantábrica y el Pirineo navarro. El roble (Quercus robur) tampoco soporta valores térmicos extremos pero exige menos humedad, por lo que aparece en un piso inferior al haya. Su madera dura se utiliza para la fabricación de muebles y barcos. Se está sustituyendo por el pino Monterrey debido a su uso en la industria papelera. Se localiza principalmente en Galicia (carballo) y la Cordillera Cantábrica. Subespecies del roble son el melojo y el quejigo, que soportan menos humedad.

Otras especies menos extendidas son el castaño, el fresno, el tilo, el olmo y el avellano; sobre todo el castaño ha ganado mucho terreno a costa del roble. Cuando el bosque caducifolio es degradado por sobreexplotación o incendios, aparece la landa, una densa vegetación secundaria de arbustos y matorrales que puede llegar a tener cuatro metros de altura. Sus especies más abundantes son el brezo, endrinas, el tejo y la retama. También han adquirido gran significación las praderas, que se utilizan, en su mayor parte, para el pastoreo de ganado.

Clima mediterráneo

Es el más extendido. Según la temperatura media hay dos subtipos: el **Mediterráneo marítimo** (o costero) de invierno suave y el **Mediterráneo continentalizado** (o de interior) de invierno frío. La Submeseta norte es más fría y algo más lluviosa que la Submeseta sur. En atención a la aridez, existe el **clima estepario**, también con las variedades costera y de interior.

a) Mediterráneo costero de invierno suave o marítimo

Se da en las Baleares y a lo largo de la costa mediterránea, en una franja estrecha, que no penetra hacia el interior porque tropieza con las estribaciones montañosas (sistema Ibérico, Béticas). Hay una amplitud térmica algo mayor que en el oceánico, de 11 a 18 °C, con temperaturas medias anuales muy suaves, por la influencia del mar; en enero, las temperaturas rondan los 10 °C, en verano más de 22 °C, y humedad relativa superior a la de invierno. Precipitaciones irregulares (entre 300 y 800 mm/año) con mínimos en verano y máximos en otoño. En las montañas, las precipitaciones son más abundantes; asimismo, llueve más en el norte que en el sur. La estación seca tiene menor duración en el norte que en el sur, donde además las temperaturas son más elevadas. La mayor cantidad de precipitación anual llega por borrascas mediterráneas o por el efecto orográfico al soplar vientos del E; las tormentas y las lluvias torrenciales son frecuentes a finales del verano y principios de otoño, y se da con frecuencia el fenómeno de «gota fría», provocado por las DANA en capas altas. En la costa andaluza, las lluvias aumentan de este a oeste por las borrascas que penetran desde el Golfo de Cádiz.

Según la temperatura media, el total de precipitaciones y número de meses secos, de norte a sur existen la variedad catalana, valenciano-balear, esteparia y andaluza. La catalana es más lluviosa, supera los 600 mm y solo tiene un mes seco. La valenciano-balear o levantina se sitúa entre 300 a 600 mm anuales y ya tiene tres meses secos. La esteparia presenta menos de 300 mm y entre 4 y 10 meses secos. Estas tienen en común que el máximo de precipitaciones se dan en otoño, en octubre. La andaluza vuelve a superar los 300 mm y a disminuir los meses secos a menos de 5, pero los máximos de precipitación se desplazan a noviembre y diciembre.

b) Mediterráneo continentalizado (o de interior) de invierno frío

Predomina en el interior de la Península Ibérica a causa de la continentalidad por la pérdida de la influencia marítima, lo que hace que se extremen las temperaturas y haya una gran amplitud térmica (18 a 20 °C). Las temperaturas de invierno son frías, inferiores a 6 °C y durante 4 ó 5 meses menos de 10 °C, con mínimos de 2 a 5 °C en enero y con muchos días de heladas, sobre todo en la Submeseta norte. Los veranos son cortos y sus máximos no superan los 22 °C. En la Submeseta sur, la amplitud térmica es algo mayor, en verano hay temperaturas por encima de 22 °C. El mes más caluroso de La Mancha supera los 25 °C. Las precipitaciones son de entre 300 y 650 mm/año, causadas por borrascas atlánticas, con mínimos en verano y máximos en primavera. Varían por el relieve, altitud, latitud y cercanía al mar, pero en general llueve menos en la Submeseta Sur. Las precipitaciones en forma de nieve son más frecuentes en el norte que en el sur.

Clima seco estepario de interior

Dentro del clima mediterráneo de interior hay zonas áridas, donde apenas se alcanzan entre 230 y 320 mm/año, como en el sector oriental manchego (Albacete), la depresión del Ebro y al NW de la del Duero, en esta con rasgos de continentalidad más acusados. La escasez de precipitaciones se explica por la disposición del relieve de cada zona, que actúa como barrera.

La escasez de precipitaciones y los periodos de sequedad determinan la vegetación mediterránea. Sus formaciones se han adaptado mediante el desarrollo de hojas esclerófilas (duras y coriáceas para evitar la evaporación y transpiración). Tiene un crecimiento muy lento; esta es una de las razones por la que las especies autóctonas están siendo sustituidas por otras de crecimiento más rápido, como el pino o el eucalipto, siendo el bosque que más retroceso ha sufrido. Se trata de un bosque perennifolio, formado por árboles de mediana altura, con troncos de corteza gruesa y cuyas ramas mantienen las hojas todo el año, con amplias copas. Son fundamentalmente encinas, alcornoques, quejigos, enebros… Al encontrarse los árboles bastante separados unos de otros, posee un rico sotobosque ya que la luz penetra con facilidad, apareciendo especies arbustivas como el madroño, la coscoja, el lentisco, la jara y una gran variedad de especies aromáticas.

La encina es el árbol más característico y extendido de la vegetación mediterránea. Es resistente a la sequía y se adapta a todo tipo de suelos. Su madera, muy dura y resistente, se utilizaba para la carpintería y el carboneo; su fruto, la bellota, para la alimentación del cerdo ibérico. Los bosques de encinas mejor conservados se encuentran en Sierra Morena, Extremadura y la Sª de Guadarrama. El alcornoque es un árbol más delicado que la encina, necesita que los inviernos no sean muy fríos y, sobre todo, necesita cierta humedad (por encima de los 500 mm), además suele darse en terrenos silíceos. Su localización es en el oeste peninsular, aunque también se da en sectores del sur de Andalucía, al NE de Cataluña. Su madera muy dura se utiliza para la fabricación de toneles y barcos, y su corteza, para la obtención del corcho. Este bosque se encuentra actualmente en un alto grado de degradación y se intenta su preservación con el sistema de dehesa (aclaramiento del bosque y explotación forestal, agraria y ganadera). El pinsapo es una especie endémica y una reliquia, actualmente muy protegida, que se localiza en la Sª de Grazalema (Cádiz) y en la Sª de las Nieves en Ronda. Necesita una gran humedad (más del 1.000 mm al año) y un régimen térmico moderado. Otra especie muy extendida es el pino que ha sustituido en gran parte a la encina y el alcornoque, debido a su capacidad de adaptación a todo tipo de suelos y de condiciones climáticas, a su crecimiento rápido y a su aprovechamiento económico (madera y papel).

Cuando desaparece el bosque esclerófilo perennifolio, es sustituido por el matorral, que no es una formación clímax, sino vegetación secundaria resultado de la degradación del bosque mediterráneo. Presenta dos grandes tipos: la **maquia** y la garriga.

La maquia o maquis es una formación arbustiva densa, casi impenetrable, de más de dos metros de altura. Está integrada por matorrales esclerófilos como la jara, el madroño, el brezo, el lentisco y la retama.

La garriga está formada por arbustos y matorrales de poca altura, que dejan zonas sin cubrir, donde aparece la roca. Crece sobre suelos calizos. Especies características son el romero, la aliaga, y el espliego.

Clima subtropical de las Islas Canarias

Por su latitud, casi todo el año están bajo la influencia del **anticiclón de las Azores**, una masa de aire muy estable en la que predomina el calor y humedad, pero con pobreza de lluvias. El relieve es fundamental, pues en las umbrías favorece las lluvias orográficas, mientras que en las solanas se da el efecto föhn.

Se recogen precipitaciones en las zonas montañosas y forestales, sobre todo en las umbrías. A partir de los 1.000 m es frecuente el mar de nubes, pero a los 1.300 m desaparece y en estos pisos altos está despejado y con ambiente seco. Las temperaturas en invierno son muy suaves (17 °C) y los veranos son cálidos (23 °C), por lo que la amplitud térmica es baja. Pero por altitud y relieve existen microclimas: en las montañas cuyo lado norte se expone a los alisios, habrá de 500 a 1.000 mm/año; también influye la latitud, con la invasión del aire subsahariano bastante frecuente entre julio y octubre, y es seco y caluroso. Otro elemento importante son las tormentas tropicales que producen lluvias torrenciales abundantes. Dentro del clima canario, según altitud y orientación, aparecen:

  • Clima desértico: en Lanzarote y Fuerteventura con déficit hídrico, debido a su situación y a la ausencia de relieve, que incide mucho más sobre su aridez por estar cerca de África.
  • Clima estepario: se da sobre las islas occidentales.
  • Clima templado: el verano es seco, con menos de 22 °C, se da en el norte de las zonas de montaña.
  • Clima templado mediterráneo: tiene estación seca y verano con más de 22 °C y entre 400 y 600 mm/año de precipitaciones, como el norte de Tenerife (La Laguna).

La principal característica de la vegetación canaria, que es del dominio macaronésico, es su **diversidad** y la existencia de numerosos **endemismos** y **reliquias**. La diversidad viene dada por el carácter volcánico y montañoso de las islas, produciéndose la típica estratificación de la montaña. Además, la vegetación de las islas también está marcada por la existencia de otras especies mediterráneas y africanas.

Los bosques más característicos son los de laurisilva, bosques de hoja perenne que cubren las zonas entre los 500 y 1.500 m, en las umbrías, en unas óptimas condiciones de humedad debida al “mar de nubes” que forman los alisios. El laurel es la especie dominante y ofrece un aspecto frondoso, a veces con un rico sotobosque de helechos y herbáceas.

Entre las especies macaronésicas destaca la **palmera canaria** y el **drago**, una forma arborescente xerófila que puede vivir más de mil años y que ocupa áreas muy secas. El **pino canario**, que se sitúa por encima de la laurisilva y con menos humedad. Esta conífera es xerófila, teniendo una amplia tolerancia térmica. El piso basal, cálido y seco, está ocupado por sabinas y matorrales de cardonales y tabaibas.

Clima de montaña

En las cordilleras del norte (Cantábrica, Pirineos) aparecen a partir de 1000 m de altitud; en las centrales (S. Central, S. Ibérico) desde 1500 m; y en Sierra Nevada por encima de 2000 m. Los factores más importantes que intervienen en la definición de un clima de montaña son altitud, latitud y orientación. Se pueden establecer climas de montaña sólo a partir de los 1.000 m, según latitud, y en ellos distinguir tres pisos o niveles: subalpino (1.000-1.500 m), alpino (1.500-2.500 m) y nival (>2.500 m). En general, a los climas de montaña les caracteriza una mayor pluviosidad que en su entorno y meses de invierno con temperaturas por debajo de los 0 ºC.

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