Este documento explora las profundas transformaciones económicas y sociales que experimentó España durante el primer tercio del siglo XX, un periodo marcado por cambios demográficos, avances industriales y desafíos agrarios.
La Evolución Demográfica
La Transición Demográfica
El inicio de la transición demográfica en España se caracterizó por el descenso de la tasa de mortalidad y el mantenimiento de una tasa elevada de natalidad.
Los Movimientos Migratorios
Entre 1900 y 1931, España vivió un gran crecimiento de las migraciones interiores, que comportaron una redistribución regional de la población. En efecto, un volumen importante de la población se desplazó hacia los sectores modernos de la economía, y la población activa agraria pasó de cinco a cuatro millones en el período mencionado.
La emigración a ultramar, iniciada hacia 1880, alcanzó un máximo sin precedentes, aunque disminuyó notablemente con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
La Intensificación de la Urbanización
Las migraciones interiores comportaron la intensificación de la urbanización, que tuvo su período de mayor crecimiento entre la finalización de la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1929.
Retraso Agrario y Conflictividad Campesina
La Crisis Agraria
La agricultura española inició el siglo XX debió hacer frente a las consecuencias de la crisis agraria que se extendió por Europa a finales del siglo XIX. La agricultura española, orientada sobre todo al cultivo de los cereales, el olivo y la vid, en tierras mayoritariamente de secano, y con una ganadería básicamente ovina destinada a la producción de lana, acusó la crisis más fuertemente que otros países del entorno.
La Evolución Agrícola
La crisis agraria se superó gracias al establecimiento de nuevas barreras arancelarias y el crecimiento de la producción, fuertemente estimulado por el aumento de la demanda urbana.
Los Problemas del Campo Español
La situación del campo español en el primer tercio del siglo XX seguía marcada por la enorme desigualdad en la estructura de la propiedad de la tierra. La existencia de extensas zonas de latifundio y también de zonas de fuerte predominio del minifundio repercutía de manera notable en los bajos rendimientos y dificultaba la implantación de nuevas técnicas y métodos de cultivo.
Los Progresos de la Industria
Cambio Energético y Avances Tecnológicos
Entre las causas que provocaron el crecimiento de la economía española en el primer tercio del siglo XX destaca la utilización de las nuevas fuentes de energía, con la difusión del uso de la electricidad y el petróleo. Esta revolución tecnológica permitió vencer uno de los principales obstáculos para la industrialización de España del siglo XIX: la falta de fuentes de energía competitivas debido a la escasa calidad del carbón autóctono.
El Crecimiento Industrial
En las tres primeras décadas del siglo XX, el producto industrial español per cápita aumentó en un 60%, con una tasa media de crecimiento anual del 1,6%. Cataluña mantuvo la posición central de la industria fabril española.
Los Sectores Tradicionales y las Nuevas Industrias
Las industrias tradicionales como la alimentaria y la textil continuaron su expansión. También lo hizo la industria química, gracias a la fabricación de fertilizantes, medicamentos, pinturas, explosivos y otros productos.
La Diversificación de la Industria Catalana
Entre 1874 y 1930 la base industrial de Cataluña se diversificó y se modificó la composición gracias a la gran expansión de sectores nuevos, como el químico, las construcciones mecánicas y las empresas del sector eléctrico.
La Mejora de las Comunicaciones
Los medios de transporte y los sistemas de comunicación conocieron una notable transformación que benefició el crecimiento industrial.
El Intervencionismo del Estado
Una característica del sector industrial español fue la tendencia de los industriales a restringir la competencia para asegurarse los mercados. Así, muchas empresas tendieron a establecer acuerdos para fijar precios.
La Evolución de la Economía
La Recuperación Económica Después del 98
La independencia de las últimas colonias presagiaba un desastre económico, pero sus efectos fueron menores de lo esperado, a pesar de la pérdida de los mercados coloniales y la devaluación de la peseta como consecuencia del endeudamiento de la guerra.
La Coyuntura de la Primera Guerra Mundial
El incremento de la demanda exterior estimuló el crecimiento de la producción, que benefició especialmente la industria siderúrgica vasca, la industria minera asturiana y las industrias textiles (vestidos y mantas) y metalúrgicas catalanas, que consiguieron grandes beneficios.