Recursos Hídricos y Biodiversidad Vegetal en España

Recursos Hídricos en España: Regulación y Aprovechamiento

Regulación, Gestión y Planificación de los Recursos Hídricos

Los recursos hídricos españoles se regulan por la Ley de Aguas, que organiza su gestión y planificación. Los planes hidrológicos de cuenca determinan los recursos, necesidades y obras de cada demarcación territorial hidrográfica, mientras que el Plan Hidrológico Nacional coordina los planes de las cuencas y diseña las actuaciones generales. Este último es elaborado por el Estado y sus objetivos se proponen cumplir la normativa europea, especialmente la Directiva Marco del Agua.

Sus principales objetivos son: asegurar el suministro de agua a todo el territorio español; satisfacer la demanda y conseguir un desarrollo regional equilibrado; garantizar el uso racional del agua, así como su calidad y buen estado ecológico; y paliar los efectos de las inundaciones y las sequías mediante la planificación y las obras necesarias.

Aprovechamiento de los Recursos Hídricos: Obras Hidráulicas

Las obras hidráulicas son infraestructuras o instalaciones destinadas a captar, almacenar, transportar y tratar los recursos hídricos. En España, algunas poseen una larga tradición histórica, mientras que otras son de desarrollo más reciente.

Aguas Superficiales

Las aguas superficiales, principalmente las de los ríos, se aprovechan mediante embalses, canales y trasvases. Los embalses son grandes extensiones de agua almacenada artificialmente detrás de una presa o barrera transversal a la corriente. Se utilizan para la producción de electricidad, el regadío agrario, el abastecimiento urbano e industrial y la regularización del caudal de los ríos para evitar inundaciones. No obstante, los embalses son costosos, se aterran por la acumulación de sedimentos, algunos no resultan rentables, pueden provocar inundaciones y causar alteraciones medioambientales e impactos sociales.

Los canales de distribución de agua suman más de 15 000 km, aunque pueden presentar fugas debido a la antigüedad o al mal estado de muchos tramos. Los trasvases son transferencias de agua entre cuencas excedentarias y deficitarias; en la actualidad funcionan 38, destacando el del Tajo-Segura.

Aguas Subterráneas

Las aguas subterráneas se aprovechan mediante pozos y galerías para usos agrícolas, industriales y urbanos. Resulta necesario coordinar las extracciones con los recursos superficiales para una gestión sostenible.

Balance Hídrico y Usos del Agua en España

Los recursos hídricos se definen como la cantidad de agua disponible para el consumo humano y diversas actividades. Para su aprovechamiento, se realizan las obras hidráulicas mencionadas anteriormente.

La mayoría de los recursos hídricos españoles proceden de las precipitaciones: constituyen el 67% del agua de los ríos, lagos y humedales, y el 30% de la de los acuíferos. Solo un 3% proviene de recursos alternativos como la desalación y la reutilización del agua depurada.

El uso del agua permite diferenciar entre:

  • Usos consuntivos: Implican el consumo o la pérdida del agua, como el regadío (que absorbe más del 80% del total), los sectores económicos, los hogares y los municipios.
  • Usos no consuntivos: No implican un consumo significativo del agua, como la pesca, la acuicultura, la navegación o la producción hidroeléctrica.

El balance hídrico es la diferencia entre la disponibilidad y el consumo de agua. En España, solo se dispone de un 32% del agua de precipitación. Esta cantidad permite un balance global positivo, aunque existen importantes desequilibrios entre áreas excedentarias y deficitarias.

Existe un marcado desequilibrio entre los recursos disponibles, que presentan una distribución desigual estacional, interanual y territorial (concentrándose en el norte peninsular), y la demanda, que se concentra en el arco mediterráneo (con un gran consumo agrario, industrial y turístico), donde los recursos hídricos son muy escasos e irregulares.

Vertientes Fluviales de España

La geografía española se caracteriza por la diversidad de sus vertientes fluviales, cada una con rasgos hidrológicos distintivos.

Vertiente Mediterránea

Los ríos de la vertiente mediterránea, a excepción del Ebro, son cortos, ya que nacen en montañas próximas al mar. Sus cuencas, salvo la del Ebro, son pequeñas y presentan fuertes pendientes en los primeros kilómetros de su curso. Por este motivo, erosionan violentamente las laderas deforestadas. Su caudal es escaso debido a las reducidas precipitaciones y su régimen es muy irregular, determinado por las características del clima y, particularmente, por la cantidad y distribución de las precipitaciones a lo largo del año. Presentan un acusado estiaje en verano (muy prolongado en los ríos más meridionales) y pueden sufrir crecidas catastróficas en otoño, originadas por lluvias torrenciales.

Vertiente Cantábrica

Los ríos de la vertiente Cantábrica son numerosos y se caracterizan por ser cortos y caudalosos. Su brevedad se debe a su nacimiento en las montañas cercanas a la costa (Cordillera Cantábrica), lo que les obliga a salvar un gran desnivel entre su origen y el nivel del mar, aportándoles una gran fuerza erosiva que sería aún mayor si no estuviera protegida por la vegetación.

Son caudalosos y de régimen bastante regular gracias a la abundancia y constancia de las precipitaciones descargadas por las borrascas del frente polar que atraviesan estas latitudes. Aprovechando estas circunstancias y la topografía abrupta, se han construido embalses destinados a la producción hidroeléctrica. La regularidad del clima oceánico hace que no existan estiajes pronunciados. En general, tienen un régimen pluvial, aunque algunos en su cabecera reciben aportación nival. La cuenca hidrográfica más importante es la formada por el complejo Narcea-Nalón. Otros ríos relevantes son el Bidasoa, el Nervión, el Deva, el Sella, el Navia y el Eo.

Vertiente Atlántica

Los ríos de la vertiente atlántica, a excepción de los de las pequeñas cuencas gallegas y andaluzas, son largos, al nacer cerca del Mediterráneo y desembocar en el Atlántico. Su fuerza erosiva es escasa, dado que discurren por llanuras en las que apenas se encajan, pero forman barrancos en los desniveles. Su caudal es abundante, ya que poseen numerosos afluentes, pero su régimen es irregular. Presentan estiaje en verano, coincidiendo con el mínimo de precipitación, y crecidas con las lluvias de otoño y primavera.

La vertiente atlántica es la más extensa, debido al basculamiento general de la Meseta hacia el oeste, lo que contribuye a la longitud de estos ríos. Al mismo tiempo, su transcurso por un relieve de penillanura hace que su pendiente sea muy suave en su recorrido por la Meseta. El caudal y el régimen fluvial de estos ríos dependen de su situación latitudinal. El Duero y, sobre todo, el Miño, tienen características oceánicas, mientras que el Guadalquivir y el Guadiana presentan rasgos mediterráneos; el Tajo se sitúa en un plano intermedio.

Paisajes Vegetales de España: Diversidad y Adaptación

El Bosque Caducifolio

El bosque caducifolio es denso y está constituido por árboles altos de hoja caduca. En el sotobosque crecen musgos y helechos. Las especies más características son el roble y el haya, formando grandes masas específicas o mixtas.

El Haya

  • Exige gran humedad.
  • Tolera bien el frío y mal el calor, por lo que es un árbol de montaña.
  • Prefiere los suelos calizos.
  • Su área principal se encuentra en la Cordillera Cantábrica y el Pirineo Navarro.

El Roble

  • Exige menos humedad que el haya.
  • Tolera mal el calor y el frío excesivo, por lo que se sitúa a alturas más bajas.
  • Prefiere suelos silíceos.
  • Su área más extensa se encuentra en Galicia y en la Cordillera Cantábrica.

El Bosque Marcescente

El bosque marcescente de rebollo y quejigo es propio del clima oceánico de transición. Mantiene sus hojas secas hasta el nacimiento del nuevo brote y es menos denso y de árboles menos altos.

Impacto Humano en el Bosque Caducifolio

La acción humana ha provocado importantes cambios en la vegetación natural, incluyendo:

  • La reducción de la extensión del bosque por la pérdida de sus usos tradicionales, las quemas incontroladas para obtener pastos y los incendios forestales.
  • La introducción de especies secundarias de aprovechamiento forestal, como el castaño.
  • Las repoblaciones con árboles de crecimiento rápido y buen aprovechamiento económico, como el pino y el eucalipto. Estas repoblaciones han sido muy criticadas, ya que las hojas de ambos árboles contribuyen a la acidificación y al empobrecimiento del suelo, y son especies pirófilas (favorecen la propagación de incendios).

El Matorral Mediterráneo

El matorral mediterráneo no es una formación clímax, sino el resultado de la degradación del bosque por la acción humana. Presenta tres tipos característicos:

La Maquia

Es una formación arbustiva de más de dos metros de altura, muy densa. Sus especies principales son la jara, el brezo, el lentisco y la retama.

La Garriga

Está formada por arbustos y matorrales de poca altura, destacando el tomillo, el romero y el espliego.

La Estepa

Está formada por hierbas bajas, entremezcladas con arbustos espinosos, bajos y discontinuos como el palmito, el tomillo, el esparto y la esparraguera.

El Bosque Perennifolio

El bosque perennifolio es un bosque poco denso, formado por árboles de mediana altura con tronco sinuoso, grueso y rugoso, y hoja perenne. Sus ramas crean copas globulares y amplias que mitigan la insolación y la evaporación. Posee un rico sotobosque, con especies como el piorno o la retama.

Especies Caracterísitcas: Encina y Alcornoque

Las especies más características son la encina y el alcornoque.

  • La encina es resistente a la sequía y se adapta a todo tipo de suelos, lo que la convierte en el árbol más típico y extendido del clima mediterráneo. Su madera es muy dura y resistente, su fruto es la bellota, y sus bosques mejor conservados se encuentran en Sierra Morena, Extremadura y la Sierra de Guadarrama.
  • El alcornoque necesita cierta precipitación (más de 500 mm/año), inviernos suaves y suelos silíceos. Su madera es muy dura y se concentra en el suroeste peninsular, en sectores del sur de Andalucía, en el noreste de Cataluña y en Castellón.

Impacto Humano en el Bosque Perennifolio

La acción humana ha provocado la reducción de la extensión de este bosque por la pérdida de sus usos tradicionales, incendios forestales, entre otros factores. También ha supuesto la modificación del bosque para uso agropecuario mediante el sistema de la dehesa, que consiste en aclarar el monte de encina y alcornoque para combinar su conservación y la protección del suelo por los árboles, con el aprovechamiento agropecuario, forestal y cinegético. Otra consecuencia han sido las repoblaciones con pino, que se han extendido por amplias zonas debido a su gran capacidad de adaptación a condiciones diversas.

El Paisaje Vegetal de Montaña

En la montaña, la vegetación se dispone en pisos con formaciones vegetales distintas según la latitud, altitud y la orientación (barlovento/sotavento, umbría/solana). En general, se suceden:

  • El bosque, hasta la zona donde la temperatura media anual alcanza los 10ºC.
  • El matorral, a partir de la altitud donde el frío impide el crecimiento de los árboles.
  • Prados y pastizales, en zonas cubiertas por la nieve durante muchos meses.
  • Finalmente, las plantas rupícolas, adaptadas a las rocas.

La desaparición del bosque se debe principalmente a la acción humana en favor de usos agropecuarios (pastos atlánticos y cultivos mediterráneos) y a la extensión de otras formaciones vegetales.

El Paisaje Vegetal de Canarias

El paisaje vegetal de Canarias corresponde a la región macaronésica, con especies autóctonas a las que los sucesivos pobladores incorporaron especies mediterráneas, africanas y americanas.

Por su insularidad, tienen gran importancia los endemismos (formaciones vegetales propias y exclusivas) y las reliquias (formaciones vegetales de épocas pasadas, de las cuales han sobrevivido muy pocas). El resultado es una riqueza vegetal extraordinaria, destacando las islas montañosas, en las que se suceden diferentes pisos vegetales:

  • Piso basal: Desde el nivel del mar hasta los 300-500 metros. Incluye plantas halófilas (que soportan la sal), psamófilas (que soportan la arena) y plantas que crecen con una aridez elevada, como el cardón y la tabaiba.
  • Piso intermedio: Entre 200-800 metros. Caracterizado por un aumento de humedad y bajada de temperatura, que permiten el crecimiento de palmeras, dragos y sabinas.
  • Piso termocanario: Entre 800-1200 metros. La vegetación se adapta al «mar de nubes» o niebla causada por el alisio, que aporta gran humedad y menor insolación. Hay dos tipos de bosque: la laurisilva, muy densa con más de 20 especies, y el fayal-brezal, resultante de la degradación de la laurisilva por la acción humana.
  • Piso canario: Entre 1200-2200 metros. La vegetación se adapta a la aridez y al frío. Domina el bosque de coníferas (pino canario, que a mayor altitud da paso al cedro canario).
  • Piso supracanario: Por encima de 2200 metros. Solo se encuentra en Tenerife y La Palma. Se dan matorrales (codeso, retama) y matillas dispersas de gran riqueza florística (violetas del Teide).

Vegetación de Ribera

En las riberas de los ríos, el suelo se impregna de humedad, lo que confiere a su vegetación rasgos diferentes a los de su entorno. Las especies vegetales se disponen en franjas paralelas al río, desde las que necesitan estar en contacto semipermanente con el agua hacia el exterior.

Estos bosques están formados por:

  • Alisos o sauces, cuyas raíces necesitan estar en el agua.
  • El chopo, el álamo y el fresno, que solo requieren humedad en el extremo inferior de sus raíces.
  • El olmo, menos exigente en humedad.

Junto a los bosques crecen juncos y matorrales como el cornejo, la madreselva, la zarzamora o el rosal silvestre.

La acción humana ha reducido la extensión de los bosques de ribera, alterando los márgenes y los cauces fluviales para implantar cultivos, urbanizaciones y canalizaciones. Este hecho ha supuesto una importante pérdida, sobre todo en la España seca, debido a su gran importancia paisajística y a sus beneficios ecológicos.

La Landa y Los Prados

La landa es una vegetación densa de matorral con una altura relativamente baja, que suele aparecer como degradación del bosque caducifolio o como vegetación supraforestal. Sus especies más abundantes son el brezo, el tojo y la retama o genista.

Los prados son una vegetación herbácea que ocupa grandes extensiones de terreno en los paisajes oceánicos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *