Pirámide de población España 2011

La pirámide de España en 1970 es la de una población estacionaria, presenta un fuerte entrante en los grupos de edad adulta correspondiente al período de la Guerra Civil y un leve entrante en la base que refleja el inicio de un control de natalidad.
Es la pirámide de un país desarrollado, con una elevada esperanza de vida, que ha sufrido una crisis manifestada especialmente en los grupos de edad de 30-34 y 25-29 años, y que se recupera en los años 50 (Baby-boom) tal como se observa en las barras que se recupera a los 20-24 y 15-19 años.

En la estructura de la población por sexos se aprecia un mayor número de población masculina en las barras inferiores debido al mayor número de nacimientos de varones, esta ligera mayoría se mantiene hasta los 20-24 años. A partir de esta edad desaparecen las diferencias para manifestarse de nuevo de forma inversa en las barras superiores a partir de los 50 años, esta diferencia aumenta al aumentar la edad, siendo muy llamativas en el grupo de 70-74 años. Las razones son de carácter biológico en el primer caso (debilidad genética del varón en los primeros años de vida) y socioeconómicas en el segundo: la lenta y tardía incorporación de la mujer al trabajo remunerado disminuye la probabilidad de accidentes y enfermedades laborales, además de que la guerra tuvo peores y más graves consecuencias para el hombre.

En la estructura de la población por grupos de edad se aprecia, tal como se ha expuesto anteriormente, un fuerte entallamiento en el centro, a partir de 1935, correspondiente a la barra del grupo de 30-34 años y también, aunque en menor grado, al de 25-29. Este entrante se explica por la Guerra Civil (1936-39) y el principio de la posguerra que, por su extrema dureza continúa afectando tanto en la disminución de nacimientos como en el aumento de la mortalidad. La recuperación se produce en la década de los 50 con el desarrollismo y los primeros planes de estabilización.

En la base de la pirámide, en la barra de 0-5 años se manifiesta ya el inicio del que será un fuerte y continuado control de natalidad que comienza justo en los años 70, y que es carácterístico de todos los países desarrollados (el factor fundamental de la natalidad es el nivel de desarrollo económico). En este momento, 1970, existe un gran porcentaje de la población joven, entre 1 y 25 años, y la población con más de 65 años no es especialmente numerosa todavía, por tanto, no se trata de una población envejecida ni con problemas de recambio generacional. Sin embargo, de continuar el control de natalidad (como ha ocurrido) y aumentar la esperanza de vida, la pirámide se convierte en la de una población regresiva.

La evolución posterior a 1970 de mantenimiento y aumento del control de natalidad tiene, en primer lugar, causas demográficas, ya que la tasa de fecundidad se redujo al elevarse mucho la Edad Media en la que la mujer contraía matrimonio (la tasa de fecundidad en España en 1991 era 1,2 hijos por mujer, la más baja del mundo). En segundo lugar, socioeconómicas pues existe una clara relación entre el nivel de desarrollo y la tasa de fecundidad puesto que la mejora del nivel de vida y la incorporación de la mujer al trabajo han reducido mucho la natalidad. Por último, los factores culturales e ideológicos también han contribuido a la disminución del número de nacimientos: la mejora del nivel de instrucción, la extensión de los métodos de anticoncepción y el cambio de mentalidad de la sociedad han llevado a la mujer a retrasar la edad de contraer pareja y a reducir el número de hijos.

Las consecuencias del mantenimiento de esta tendencia demográfica son, en primer lugar, la existencia de problemas fundamentalmente económicos: un número reducido de trabajadores tiene que soportar el peso de la población mayor de 65 años y de los jóvenes que son los que más gastos tienen tanto a nivel sanitario como educativo, con lo que se puede poner en peligro el “Estado de bienestar” (asistencia sanitaria, educación, jubilaciones…). En segundo lugar los problemas también tienen un carácter pol´tico y social: tendencia al conservadurismo, necesidad de incorporación de trabajadores procedentes de otros países ante la falta de población joven y la inexistencia de recambio generacional.

2007

os gráficos son dos pirámides de población que muestran la estructura por sexo y edad de la población extranjera empadronada en España y nacida en el extranjero en 2007 en Marruecos y en cuatro países de la Uníón Europea: Alemania, Francia, Italia y Reino Unido.
La pirámide de la población extranjera nacida en Marruecos muestra una estructura por sexo muy desequilibrada, pues en todos los grupos de edad el porcentaje de hombres es superior al de las mujeres. Este desequilibrio es especialmente marcado en el grupo de los adultos jóvenes, entre los 20 y los 54 años y, sobre todo, entre los 25 y los 39 años. En cambio, la proporción entre los sexos está más igualada en el grupo de los jóvenes (0-14 años) y de los ancianos (65 y más). Por grupos de edad, el mayor porcentaje de inmigrantes marroquíes corresponde a los adultos, especialmente a los comprendidos entre los 25 y los 34 años, que son población eminentemente activa.
La pirámide de la población extranjera nacida en Alemania, Francia, Italia y Reino Unido muestra una estructura por sexo equilibrada en todas las edades. Por grupos de edad, los mayores efectivos se concentran en la población adulta madura y anciana, fundamentalmente entre los 55 y 69 años, y en la población adulta joven, entre los 35 y los 44 años.

-Comparación entre ambas pirámides:

Las dos pirámides presentan importantes diferencias


En la estructura por sexo contrastan el desequilibrio a favor de los varones en la de Marruecos, especialmente entre los 20 y los 54 años, con el equilibrio de la europea.
En la estructura por edad contrasta la concentración de los inmigrantes marroquíes en el grupo de adultos jóvenes (25-34 años), con la concentración de los europeos en el grupo de ancianos (64-69) y, secundariamente, en el de adultos (35-44 años).
La razón es el diferente perfil de los inmigrantes: los marroquíes son personas de baja cualificación que acuden a España para realizar los trabajos que requieren menor formación en el sector servicios, la construcción, la agricultura, la minería y la pesca. En cambio, los inmigrantes comunitarios son jubilados con nivel de vida medio-alto, que aprecian las buenas condiciones climáticas del litoral mediterráneo y las islas Canarias, o adultos atraídos por las posibilidades de trabajo y de negocio.

-Consecuencias socioeconómicas de la inmigración extranjera procedente de países subdesarrollados:

En el terreno demográfico, la inmigración ha contribuido decisivamente al crecimiento de la población de España en los últimos años, tando de forma directa como por el incremento de la natalidad. Gracias a ello, se ha evitado el decrecimiento demográfico, especialmente en las comunidades con crecimiento natural negativo.
En el terreno económico, la inmigración aporta población activa, que desempeña las tareas más duras y peor remuneradas, colabora al crecimiento del PIB, aporta más dinero a las arcas públicas del que consume en educación y sanidad, y alivia la carga del elevado gasto en pensiones. Además, los inmigrantes prestan servicios domésticos que permiten incrementar la tasa de actividad de las familias españolas, especialmente de las mujeres. Por otra parte, la inmigración se relaciona con algunos problemas, como la pérdida de competitividad (la disponibilidad de mano de obra retrasa la modernización de ciertos sectores), la presión a la baja sobre los salarios, la acentuación de la escasa movilidad geográfica de los trabajadores españoles, y el aumento del déficit exterior debido a las remesas enviadas a sus países de origen y al consumo de bienes importados, como el automóvil.
En el terreno social, han surgido actitudes xenófobas o racistas entre algunos sectores que consideran la inmigración como una “invasión” que compite por el empleo, consume recursos sociales en perjuicio del bienestar de la población española y amenaza la identidad nacional. Estas ideas alientan la devolución de los inmigrantes a sus países de origen o la restricción de sus derechos, para evitar un “efecto llamada” que acentúe la inmigración. Muchos inmigrantes sufren duras condiciones laborales y malas condiciones de vida en barrios marginales y viviendas de escasa calidad. Finalmente, las dificultades de integración, debidas a las diferencias culturales, lingüísticas y religiosas, pueden suscitar tensiones con la población autóctona
La pirámide de España en 1995 es la de una población regresiva o decreciente, su forma de “urna” o “bulbo” con un fuerte entrante en la base y un gran abombamiento en los grupos de edad adulta, anuncia el progresivo envejecimiento de la población.
En la estructura de la población por sexos se aprecia un mayor número de población masculina en las barras inferiores debido al mayor número de nacimientos de varones, esta mayoría se mantiene hasta los 20-24 años. A partir de esta edad desaparecen las diferencias para manifestarse de nuevo de forma inversa en las barras superiores a partir de los 50 años. Las razones son de carácter biológico en el primer caso -debilidad genética del varón en los primeros años de vida- y socioeconómico en el segundo -tardía incorporación de la mujer al trabajo remunerado y en la adquisición de determinados hábitos sociales que disminuyen la probabilidad de accidentes laborales y enfermedades cardiovasculares-. En la estructura de la población por grupos de edad se aprecia un fuerte entallamiento en la base, a partir de 1973, correspondiente a la barra del grupo de 20-24 años que se explica por el fuerte control de natalidad existente en España a partir de los años 70, carácterístico de todos los países desarrollados (el factor fundamental de la natalidad es el nivel de desarrollo económico). El mayor porcentaje de población se encuentra entre los 20 y los 65 años, no es aún una población excesivamente envejecida; y en la cima se puede observar una elevada esperanza de vida.
Los factores explicativos son en primer lugar demográficos, ya que la tasa de fecundidad se ha reducido al elevarse mucho la Edad Media en la que la mujer contraía matrimonio (la tasa de fecundidad en España en 1991 era 1,2 hijos por mujer, la más baja del mundo). En segundo lugar, socioeconómicos pues existe una clara relación entre el nivel de desarrollo y la tasa de fecundidad puesto que la mejora del nivel de vida y la incorporación de la mujer al trabajo han reducido mucho la natalidad. Por último, los factores culturales e ideológicos también han contribuido a la disminución del número de nacimientos: la mejora del nivel de instrucción, la extensión de los métodos de anticoncepción y el cambio de mentalidad de la sociedad han llevado a la mujer a retrasar la edad de contraer pareja y a reducir el número de hijos.
Las consecuencias del mantenimiento de esta tendencia demográfica serían en primer lugar la existencia de problemas fundamentalmente económicos: un número reducido de trabajadores tendría que soportar el peso de la población mayor de 65 años y de los jóvenes que son los que más gastos tienen tanto a nivel sanitario como educativo, con lo que se podría poner en peligro el “Estado de bienestar” (asistencia sanitaria, educación, jubilaciones…). En segundo lugar los problemas también tendrían un carácter político y social: tendencia al conservadurismo, necesidad de incorporación de trabajadores procedentes de otros países ante la falta de población joven y la inexistencia de recambio generacional.
Su duración en el tiempo se prolongo en nuestro país hasta mediados de.\ Siglo XIX, demográficamente se caracterizó por sus elevadas TBN y TBM (superiores G\ 37%°), con el consiguiente estancamiento del Crecimiento Vegetativo (CV), y C1 yaces la recesión generada como consecuencia de mortandades catastróficas motivadas por epidemias, guerras y hambrunas que se traducían en incrementos llamativos de las tasas de mortalidad y bruscos descensos de las de natalidad. En este régimen demográfico antiguo son apreciables ciertos síntomas de cambio positivo a lo largo del Siglo XVI, sin embargo el XVII fue periodo de recesión como consecuencia de importantes epidemias de peste, viruela y tifus, a los que habría que añadir las desfavorables situaciones generados por las sucesivas guerras (la población descendíó de 8,4 millones a finales del XVI a 7,5 millones en 1.717). Pesar de este descenso desde comienzos del XVIII se aprecia una marcada tendencia al incremento de la población, motivado en parte por la introducción de nuevos cultivos como el maíz y la patata, así como el descubrimiento de 1c vacuna contra la viruela en 1796. Si bien, a comienzos del XIX, la Guerra de la Independencia (1.808 – 1.812) tuvo incidencias muy negativas en el crecimiento da \c, población, su recuperación fue rápida y aunque durante toda la mitad del XIX se produjeron importantes brotes de tuberculosis y cólera morbo que diezmaron seriamente a los efectivos demográficos, en 1.857 la población española se habic incrementado en 3,5 millones de personas con respecto comienzos de siglo (15/ millones de habitantes).

Se inició a medicados del XIX; en un primer momento vendría, caracterizado por el descenso continuado de las ISM y el mantenimiento de unas TBN elevadas, con lo cual se genera un fuerte CN a pesar de la emigración a América, \G.5; guerras carlistas y los conflictos de Cuba y Filipinas, csí pues, entre 1.B57 y 1.900 1c población española se incremento en el 20,570°. Un segundo periodo dentro de este mismo régimen se podría establecer desde. Comienzos de siglo hasta lo década de 1.970; viene determinado por el importante descenso de las TBM y la desuceleraci6n de la natalidad (o excepción del periodo de la Guerra Civil y la inmediata posguerra, que se traducen en un fuerte incremento de la mortalidad y un acusado descenso de la netalidad), desde 1.955 y durante toda la década de los 60 se observa un acusado incremento de las tasas de natalidad (baby boom), que viene a ser consecuencia del desarrollo económico, la industrialización, el éxodo rural, las mejoras en las rentas familiares, y los evidentes avances científico-sanitarios. En este periodo se produce e\ movimiento masivo de población, generalmente joven, desde las áreas rurales c las urbanos, hecho que se traduce en el despoblamiento y envejecimiento de la población en las zonas rurales, y la masificación demográfica en las zonas económicamente mas activas del país

Comienza o mediados de la década de los 70, viene daterminudo por un crecimiento moderado de lo población, resultado de IQ estabilización de, \e mortalidad y del descenso continuado de la natalidad y de la fecundidac, (incorporación masiva de lo mujer al mundo laboral, generalización de métodos anticonceptivos, elevado coste en lo crianza de los hijos, entre otros aspectos), lo cual se traduce en P\ pculeino envejecimiento de lo población; así pues si en el periodo 1.980-89 el crecirrj2nto natural era del 470°, en el 96 se establecía en al 0,570°, en P\ 98 en el 0,10100, es decir durante ese cho la población española sólo crecíó en un total de 4.005 personas dentro de un total de 39,85 millones de habitantes. Durante los últimos CIFIOS se constata un ligero inc d remento el numero ttal de nacimientos qu sitúo. TATIVO sobre el ro°,o dato que se relaciona e con \as nuestro CRECIMIENTO VELE mayores TBN de la población inmigrante. No obstante este volumen de crecimiento no afecta del mismo modo a todas \as comunidades autónomas; pues mientras Madrid, Cataluña, Andclucla o Valencia, presentan importantes incrementos, A/xraimg6ans,aEl xjreeminacdiuusnoaiigCearnatmcibernitae, nAesgtautri vi ccss o Cestilla y León presentan tasas muy pro

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