Las regiones biogeográficas de España

TEMA 4 (TEMA 5 PAU): LAS REGIONES BIOGEOGRÁFICAS DE ESPAÑA

1 FACTORES DE DIVERSIDAD Y REGIONES BIOGEOGRÁFICAS

La biogeografía es una rama de la Geografía que describe y explica la distribución y las relaciones de los seres vivos con el medio ambiente a partir de los datos del clima, suelo y vegetación, así como los procesos que la han originado, la modifican y la pueden hacer desaparecer.

1.1. Factores de la diversidad biogeográfica

La gran biodiversidad es consecuencia de la interacción de una serie de factores físicos y humanos, que no siempre tienen efectos positivos.

1.1.1. Factores físicos

a. El clima. Las especies se adaptan a unos determinados umbrales de temperatura y precipitación. La península Ibérica pertenece a los dominios climáticos atlántico y mediterráneo. El clima mediterráneo es el más extendido y un importantísimo factor de diversidad biogeográfica por los contrastes estacionales como espaciales. Además, en las Islas Canarias, el clima subtropical propicia una diversidad aún mayor.

b. La configuración y posición de la península contrapone el interior y el litoral, y crea una diferenciación climática de claras repercusiones en la vegetación y en la fauna. Además, la situación de España como encrucijada entre Europa y África favorece el encuentro y desarrollo de especies originarias de ambos continentes. Junto con ello hay que tener en cuenta los cambios climáticos, especialmente las glaciaciones, que dieron origen a las especies relictas, es decir, que perviven de situaciones climáticas anteriores. Por último, el aislamiento y la situación subtropical de Canarias favorece la importancia de endemismos.

c. El relieve: la altitud y las vertientes (barlovento-sotavento y solana-umbría) introducen variaciones en las condiciones climáticas que favorecen el escalonamiento de la vegetación en altura.

d. Los grandes contrastes litológicos y la diversidad de los suelos repercuten en la distribución geográfica de las comunidades vegetales y animales, al tener que adaptarse éstas a las condiciones del sustrato.

1.1.2. La acción antrópica

La vegetación también debe sus características actuales a la acción del hombre a lo largo del tiempo: la deforestación (sustitución de los bosques por campos de cultivo, aprovechamiento ganadero u obtención de madera o leña, incendios, expansión de las áreas urbanas y de la actividad turística…) y la reforestación, que han alterado el paisaje vegetal originario.

Pero la deforestación no ha ocasionado el mismo efecto en todas las zonas: junto a paisajes escasamente intervenidos por la actividad humana (en la España atlántica y de montaña), los paisajes de la España mediterránea están muy transformados por la actividad agraria, industrial y turística.

En los últimos años, la deforestación ha venido acompañada de una intervención positiva (protección de espacios naturales, repoblación con especies autóctonas…), con el fin de preservar el medio natural y conseguir un desarrollo sostenible.

1.2. Las regiones biogeográficas

La biogeografía establece una organización de las formaciones biogeográficas de carácter jerárquico, diferenciando entre reinos y regiones. En este caso, España pertenece al reino Holártico y presenta las regiones Eurosiberiana, Mediterránea y Macaronésica, a las que se añaden las formaciones vegetales de montaña y de ribera.

1.2.1. Región Eurosiberiana

Ocupa la fachada atlántica y el macizo pirenaico. Se caracteriza por una vegetación exuberante consecuencia de sus temperaturas suaves y precipitación abundante y regular a lo largo del año (clima oceánico). Estas condiciones permiten el desarrollo de un bosque caducifolio que alcanza los 30 metros de altura con frondosidad que reduce el acceso de la luz solar hasta el suelo, dificultando el desarrollo del sotobosque. Dentro de la región eurosiberiana, se distinguen dos provincias:

a. La provincia atlántica, que comprende el norte y el noroeste peninsular y está representada por los hayedos y los robledales.

b. La provincia submediterránea, que se extiende hacia el este, ocupando la vertiente meridional del Pirineo. Por su orientación a la solana y resguardo de los vientos atlánticos permite la aparición de unas especies vegetales que son propias tanto de la región eurosiberiana como de la mediterránea, entre las que destacan el roble, el pino y el quejigo.

1.2.2. Región Mediterránea

Se extiende por el resto de la Península y el archipiélago balear. El principal rasgo de la vegetación es que suele ser una vegetación que convive con periodos secos, especialmente los estivales, desarrollando raíces profundas en busca de humedad y hojas especialmente duras. El bosque que predomina es el caracterizado por árboles de hojas perennes de mediana altura.

El bosque mediterráneo tiene como especie más representativa la encina, resistente a la sequía. Destaca el aprovechamiento de su fruto (la bellota) como alimentación de ganado en dehesas (Extremadura y Sierra Morena principalmente). Se adapta tanto a suelos silíceos como calcáreos.

La otra especie predominante es el alcornoque, que se desarrolla sobre suelos silíceos. Se aprovecha su fruto (bellota, menos dulce) y el corcho de sus troncos. Se localiza principalmente en el suroeste peninsular.

Donde la aridez es más acusada y duradera, se desarrollan especies xerófilas (estepa).

1.2.3. Región Macaronésica

Propia del archipiélago Canario. Sus principales rasgos son la variedad florística. Teniendo en cuenta la constitución volcánica de las islas y la presencia de la montaña, particularmente el Teide, que es la montaña más elevada de España, la vegetación tiene una clara tendencia a estratificarse por pisos de altura.

El piso bajo tiene muy poca humedad y, por ello, carece de vegetación arbórea; su lugar lo ocupa un matorral. Le sigue un piso intermedio con una mayor humedad donde aparecen especies propias como el drago y la palmera.

En zonas más altas aparecen los bosques de laurisilva. Por encima aparecen los bosques de coníferas. A partir de aquí surge un desierto rocoso.

Punto 2 FORMACIONES VEGETALES DE LA ESPAÑA PENINSULAR E INSULAR

En general, todas las formaciones vegetales son formaciones regresivas. Es decir, que han sido muy alteradas por la acción humana. Así, dentro de estas formaciones podemos diferenciar entre especies primarias, que son las autóctonas o locales adaptadas al medio, y especies secundarias, que son especies introducidas por el ser humano.

2.1. Paisaje vegetal de clima oceánico (región eurosiberiana)

Las formaciones vegetales características son el bosque templado oceánico o bosque caducifolio, el matorral atlántico o landa y el bosque marcescente.

El bosque templado oceánico es un bosque denso, umbrofilo y formado por especies caducifolias como el roble y la haya, aunque el ser humano ha introducido otras como el castaño, el pino y el eucalipto. Dada su densidad, su sotobosque es escaso porque la altura y la densidad de los árboles no deja pasar el sol (helechos y musgos). Sus especies características son el brezo, el tojo o la retama. Se utiliza como abonos, cama de animales en establos, techos de cabañas… También encontramos amplias extensiones de prados o praderas que se utilizan como pasto para ganado, convirtiéndose en la base de la actividad ganadera del norte de España.

El bosque marcescente se desarrolla en las zonas de clima oceánico de interior, donde las temperaturas son más extremas y las precipitaciones menores. Esto da lugar a un bosque formado por especies adaptadas a la aridez (xerófilas) y al frío como quejigos y rebollos. El término marcescente procede del carácter caedizo de sus hojas, que pierde parcialmente.

2.2. Paisaje vegetal de clima mediterráneo (región mediterránea)

La formación característica es el bosque perennifolio y esclerófilo de encinas y alcornoques. Son árboles de hojas perennes que forman bosques poco densos, con árboles apartados unos de otros dejando pasar el sol, con sotobosque rico con lentisco, retama, piorno…

La encina se encuentra extendida por toda la península. No obstante, dicha extensión ha retrocedido por las roturaciones, sustituyéndose por cereales, viñedos, olivos, y quedando reducida en muchos casos a una situación marginal. Hoy se concentra en las penillanuras del oeste peninsular, donde se han conservado gracias al sistema de la dehesa, que consiste en aclarar el bosque y combinar el aprovechamiento de su fruto, su leña y su madera con la agricultura y la ganadería.

En las zonas con más humedad aparece el alcornoque que resiste peor que la encina las heladas y la sequía, por lo que se sitúa en zonas de inviernos suaves y con suelos silíceos. Su corteza se utiliza para corcho (tapones, colmenas, utensilios), su madera para toneles y construcción naval.

También son importantes las formaciones de pinares, que se han extendido por amplias zonas como consecuencia de la intervención humana (repoblación), por su mayor rapidez de crecimiento y por el aprovechamiento económico de su resina y de su madera (construcción, muebles, aglomerado y pasta de papel).

El matorral en el bosque mediterráneo aparece como degradación del bosque por el ser humano, dando lugar a distintas formaciones arbustivas:

Maquis o Maquia: vegetación arbustiva densa, casi impenetrable, de más de 2 metros de altura, en suelos silíceos junto al alcornoque (jaras, lentiscos, brezos)

Garriga: vegetación de arbustos y matorrales de poca altura, que deja zonas sin cubrir, en suelos calizos de encinas. Son fundamentalmente plantas aromáticas (tomillo, romero)

Estepa: vegetación de arbustos nudosos, espinosos, bajos y discontinuos, dejando al descubierto suelos pobres del clima mediterráneo subdesértico típico del sureste peninsular: palmito, tomillo, esparto, espárrago, pitas….

2.3. Paisaje vegetal de ribera (propio de los ríos)

Es la vegetación que se forma a orillas del río, cuyo desarrollo aparece condicionado por la abundante humedad y presenta una disposición simétrica en bandas en los márgenes del río. Aparece el denominado bosque de ribera con especies higrófilas: alisos, sauces, chopos, álamos, fresnos, olmos, abedul… Es un bosque en galería, a modo de “túnel” por encima del río, que crea grandes sombras.

El matorral está compuesto por arbustos de las riberas como el cornejo, los juncos, la madreselva, las zarzamoras o las hiedras, junto a otras trepadoras…

Hoy se observa gran retroceso de esta vegetación espontánea, reduciéndose a sendas líneas de sauces en las márgenes. El descenso está en relación a la potencialidad de estas tierras para el cultivo, con el avance de las explotaciones de chopos para embalaje y con la enfermedad de la grafiosis en los olmos.

2.4. Paisaje vegetal de montaña

La altitud y las vertientes varían las condiciones climáticas, por lo que la vegetación se estructura en pisos. En general, hasta los 800-1.000 metros (Piso Basal) de altitud se mantiene la misma vegetación de las zonas limítrofes; hasta los 2.200 metros de altura (Pisos Montanos o subalpino) se desarrollan formaciones características de la región eurosiberiana como los bosques caducifolios de robles y hayas y las landas, teniendo gran extensión los pinares, ya sean originarios o de repoblación; hasta los 3.000 metros de altitud (Piso Alpino) predominan formaciones herbáceas como los prados; y por encima de los 3.000 metros de altura (Piso Nival) predominan especies rupícolas como musgos y líquenes. Este piso solo se presenta en los Pirineos y la Cordillera Penibética.

2.5. Paisaje vegetal de Canarias (región macaronésica)

En las Islas Canarias predomina un clima subtropical con temperaturas cálidas a lo largo del año y con unas bajas precipitaciones, aunque muy variado por las condiciones del relieve (altitud y vertientes). Debido a sus características climáticas y su aislamiento, son frecuentes los endemismos.

Presenta como características una gran variedad florística debido a la mezcla de influencias mediterráneas, atlánticas y africanas, y una elevada proporción de endemismos.

En las islas más occidentales y montañosas, como Tenerife, la vegetación tiene una clara tendencia a estratificarse por pisos altitudinales por las condiciones climáticas:

– El piso basal (0-300m) tiene muy poca humedad y, por ello, escasea vegetación arbórea y su lugar lo ocupa un matorral ralo y áspero, cuyas especies más representativas son el cardón y la tabaiba.

– El piso intermedio (200-500m) de tránsito hacia el mar de nubes aparecen especies arbóreas destacando el drago y las palmeras.

– El piso termocanario (500-1200m) el aumento de precipitaciones permite el desarrollo del bosque laurisilva y del fayal-brezal.

– El piso canario (1200-2000m) presenta los bosques de coníferas, particularmente el pino canario y cedro canario adaptados a la aridez y al frío de esta altitud. Su sotobosque es pobre, a veces aparecen retamas, jaras….

– Piso supracanario (+2000m) A partir de aquí la degradación es muy rápida y surge un desierto rocoso en el cual todavía perviven matorral de alta montaña (retamal), con rocas desnudas y algunas especies florísticas endémicas (la Violeta del Teide).

En Fuerteventura y Lanzarote la aridez es extrema y por ello la vegetación es escasa y adaptada a la sequía.

Punto 3 LA INTERVENCIÓN HUMANA Y SUS CONSECUENCIAS GEOGRÁFICAS

La principal agresión humana contra la vegetación natural es la deforestación, es decir, su eliminación o modificación intensa, debido a usos agrarios, urbanos, industriales, de construcción de infraestructuras, etc., a lo que se añade el problema de los incendios forestales. La pérdida de cubierta forestal destruye los suelos, generándose un proceso de desertificación, que en el caso de España afecta principalmente al sur peninsular. Frente a ello, se han aplicado políticas como normas de protección del suelo, la preservación y mejora de los sistemas forestales y programas de repoblación forestal. En cuanto a estos últimos, han presentado el problema de realizarse con especies no autóctonas de rápido crecimiento (pino, eucalipto) y con una sola especie en amplias zonas, lo que ha favorecido los incendios y la extensión de plagas entre los árboles. Por tanto, la repoblación a veces ha supuesto una auténtica agresión medioambiental, aunque, eso sí, han permitido el aumento constante de la superficie arbolada en las últimas décadas.

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