Factores físicos que influyen en la agricultura

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/PRINCIPALES CONDICIONANTES DE LAS ACTIVIDADES PRIMARIAS./

En España las actividades primarias se hallan condicionadas, fundamentalmente, por los factores físicos (clima, relieve, suelo) y también por las orientaciones de la política agraria desarrollada en cada momento. Desde el 1de Enero de 1986, fecha de entrada en vigor del Tratado de Adhesión de España a la U.E., la política agraria española ha seguido las directrices de la Política Agraria Común (PAC).

/CONDICIONANTES DEL MEDIO NATURAL./

El clima./


Es el principal factor que explica el desarrollo de los aprovechamientos primarios en nuestro país:En conjunto puede afirmarse que España presenta una acusada indigencia pluviométrica en la mayor parte de su territorio y no ya sólo por el escaso volumen anual de precipitaciones, sino también por la frecuencia irregular con que éstas se registran a lo largo del año. No obstante se pueden diferenciar tres áreas: una España húmeda, donde hay un súperávit anual de agua;
una España seca, en la que existe un déficit de agua y un verano seco de entre tres y cinco meses; y por último, una España semiárida, con un número de meses secos superior o igual a seis, y que se circunscribe al sureste y a ciertos enclaves en las cuencas del Ebro, Duero, La Mancha y parte de Canarias. En estas áreas los cultivos deben resistir la aridez o adaptar su ciclo vegetativo a ella.España es un país templado, pero hay grandes contrastes térmicos entre el interior, por un lado, y la periferia y las islas, por otro. Así, la zona litoral oriental y meridional de la Península, y también las islas, presentan temperaturas más suaves debido al efecto regulador del mar, por eso tienen más posibilidades para los productos hortícolas, que pueden adelantar su ciclo de maduraciónJunto a la humedad y el calor, el relieve es otro componente esencial del medio físico implicado en las actividades primarias. La altitud, la pendiente y la orientación matizan las condiciones climáticas e influyen también en la constitución y propiedades de los suelos.En este sentido, cabe recordar que España tiene una altitud media elevada.
Dos tercios de la superficie española se encuentran por encima de los 500 m . La altitud incide negativamente en el cultivo de ciertos productos, sobre todo los hortofrutícolas. Además, las áreas de relieve accidentado ofrecen unos suelos degradados, que no sirven para la agricultura. Por eso, el ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) ha calificado el 80% de la superficie agrícola utilizada como Zonas Rurales Desfavorecidas y Zonas de Agricultura de Montaña (ZAM)./El suelo es otro elemento clave para la actividad primaria. En nuestro país existen terrenos silíceos, calizos y arcillosos. De entre todos, los más fértiles son los arcillosos, que se localizan fundamentalmente en las cuencas sedimentarias de los ríos Duero, Tajo, Guadiana, Ebro, y Guadalquivir.

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Las dificultades del medio./


Desde la antigüedad se han desarrollado técnicas con el fin de solucionar o, al menos, paliar las dificultades que plantea el medio físico. Para salvar una topografía accidentada se ha recurrido tradicionalmente a la creación de bancales y terrazas.
Por su parte, se ha hecho frente a la escasez de agua de distintas maneras:Con sistemas de cultivo como el barbecho y la rotación de cultivos en las grandes extensiones de secano.

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Con la extensión del regadío, que se remonta a la época romana. En el Siglo XX ha experimentado una enorme expansión, gracias, sobre todo, a la construcción de grandes presas de embalse y algunos trasvases.
En las últimas décadas se han aprovechado también los acuíferos subterráneos y se han desarrollado métodos de riego cada vez más complejos (como por ejemplo, el riego por aspersión y el riego por goteo o localizado), que permiten un importante ahorro de agua frente al tradicional riego “a manta”.En los últimos años ha aparecido nuevas técnicas de cultivo, tales como los cultivos de invernadero o “bajo plásticos”, que protegen a las plantas de la insolación en verano, del frío en invierno y/o permiten el crecimiento de determinados cultivos fuera de su temporada, y también los denominados cultivos hidropónicos, o cultivos de plantas sin tierra, en materiales porosos, como turba, arena, grava, entre otros.

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Los nuevos métodos de riego y técnicas de cultivo se han desarrollado, sobre todo, en áreas deficitarias en agua y también en aquellas de mayor rentabilidad agraria, como el levante y el archipiélago canario.

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LAS POLÍTICAS AGRARIAS


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En los últimos siglos en España se han intentado diversas políticas agrarias con el fin de solucionar los problemas más graves del campo: la estructura social de la tierra, la escasez de agua, la excesiva parcelación del terrazgo, etc.

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La política agraria en el pasado./


En el Siglo XIX se llevaron a cabo diversos procesos desamortizadores para poner fin a la concentración de la propiedad de la tierra en manos de la nobleza y del clero. Sin embargo, las desamortizaciones no consiguieron acabar con la desigual distribución de la propiedad y el problema continuó, sobre todo en Andalucía, Extremadura y Castilla La Mancha.

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A finales de ese siglo, los políticos e intelectuales regeneracionistas defendieron el regadío como medio para desarrollar la agricultura. La idea fue recogida por la administración: en 1902 se elaboró el Avance de Plan de Canales y Pantanos de Riego y a fines de los años veinte se crearon las Confederaciones Hidrográficas, con el fin de administrar los recursos hídricos.

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En 1932, durante la II República, se puso en marcha una reforma agraria, que autorizó la expropiación y reparto de un buen número de grandes propiedades y el asentamiento de miles de campesinos. Al año siguiente se presentó el I Plan Nacional de Obras Hidráulicas, elaborado por Manuel Lorenzo Pardo, cuyo objetivo esencial era elevar la superficie de regadío hasta casi 1,5 millones de hectáreas.

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Tras la Guerra Civil la política agraria se orientó hacia una política de colonización.
Su finalidad principal era colonizar extensas zonas, principalmente las grandes zonas regables, es decir, aquellas que iban a ser transformadas en regadío gracias a la construcción de grandes embalses.

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A mediados del Siglo XX se puso en marcha la concentración parcelaria para reducir el número de parcelas por explotación y así facilitar la mecanización y conseguir un aprovechamiento más racional de la tierra.

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En esa década y en las siguientes continuó la política de expansión de los regadíos, destacando las grandes acciones regionales de los Planes de Badajoz, Jaén, Tierra de Campos, etc., y la construcción de grandes obras hidráulicas, como, por ejemplo el Trasvase Tajo-Segura, en el levante, que entró en funcionamiento en los años setenta./La política agraria en la actualidad

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El actual Plan Nacional de Regadíos, estrechamente relacionado con el Plan Hidrológico Nacional y vigente hasta el 2008, tiene tres objetivos básicos:
la modernización y consolidación de los regadíos existentes, la mejora en la gestión del agua de regadío y la creación de nuevos regadíos sólo en aquellas zonas de mucho interés y en aquellos cultivos de mayor valor. Esta nueva orientación supone un giro en la política agraria respecto a épocas anteriores.

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La entrada de España en la Uníón Europea ha tenido importantes repercusiones en las actividades primarias. En primer lugar, ha puesto de nuevo de manifiesto la necesidad de reformar la estructura de la agricultura española para que sea más competitiva en el mercado internacional. Por eso, la PAC incluye medidas de tipo socioestructural de apoyo a regiones montañosas, a las que corren peligro de despoblamiento y a las que tienen problemas específicos, como salinidad, suelos pantanosos, etc. Esto se logra mediante una política de subvenciones y ayudas, fundamentalmente a través del FEOGA-Garantía, que el FEGA, organismo autónomo adscrito al ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, se encarga de pagar.

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Por ello, el ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) elabora periódicamente Censos Agrarios (el último en 1999) y Encuestas sobre la Estructura de las Explotaciones Agrícolas.
Estos documentos constituyen un elemento importante para comparar la situación de la agricultura en los Estados miembros de la UE y, por tanto, para la orientación de la PAC.

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Por otra parte, se puede afirmar que el ingreso de nuestro país en la UE ha beneficiado, en general, a aquellas producciones en las que la UE es deficitaria (como, por ejemplo, las frutas y la carne de ovino y caprino) y ha perjudicado a aquellas otras en las que la UE es excedentaria (como la producción láctea), lo que ha dado lugar al establecimiento de un sistema de cuotas para controlar los excedentes.
El FEGA se encarga también de la intervención y regulación de los mercados agrarios.
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Desde la reforma de la PAC y la Agenda 2000, además de una política estructural y una política de mercados agrarios, la política rural de la UE comprende también una política medioambiental

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