Desarrollo Industrial y Capitalismo en Estados Unidos: Factores Clave y Evolución

El Sector Industrial y el Capitalismo Americano

Orígenes y Consolidación de la Industrialización Estadounidense

Aunque los inicios de la industrialización estadounidense se situaron a comienzos del siglo XIX, el despegue industrial no se consolidó hasta el fin de la Guerra de Secesión (década de 1860). Estados Unidos ya era el primer país industrial en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

Factores Clave del Despegue Industrial

Como se ha mencionado, este despegue industrial dispuso de ventajas muy favorables. Así:

  • La adopción temprana de tecnología inglesa.
  • La disponibilidad de una demanda interna en crecimiento, impulsada por una población en aumento y la progresiva puesta en explotación de nuevas tierras.
  • La disponibilidad de materias primas y combustibles fósiles como el carbón y el petróleo.
  • El desarrollo tecnológico: Para 1840, ya se había logrado un importante nivel tecnológico que permitía un significativo ahorro de mano de obra. Por ejemplo, las grandes explotaciones agrícolas del Oeste comenzaron a introducir maquinaria para afrontar las grandes superficies y la ausencia relativa de mano de obra en estas zonas. Aun así, hacia 1914, a pesar de que la cadena de montaje de Henry Ford era un ejemplo de eficacia técnica, Estados Unidos seguía dependiendo de Europa en cuanto a conocimientos científicos básicos y, concretamente de Alemania, en lo relativo a producción química. La supremacía tecnológica mundial se adquiriría, en gran medida, a partir de la Primera Guerra Mundial.
  • El impulso dado al sector siderúrgico por la demanda ferroviaria. El inicio de la época del ferrocarril en Estados Unidos tuvo lugar en la década de 1830, ultimándose la red —la más larga del mundo— ya para la década de 1900.
  • El impulso dado al sector siderúrgico por el desarrollo del automóvil, desde finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Evolución Sectorial de la Industria

Desde una perspectiva sectorial, la primacía industrial evolucionó de la siguiente manera:

  • Durante las décadas de 1820 y 1830, el sector puntero fue la industria textil.
  • El sector ferroviario y siderúrgico mantuvo la primacía entre 1850 y 1890.
  • A comienzos del siglo XX, el automóvil tomó el relevo.

Distribución Geográfica y Centros Industriales

Desde un punto de vista geográfico, dado su potencial demográfico e industrial, el núcleo de la expansión de Estados Unidos se situó en el Nordeste del país. El carácter comercial de este territorio se hizo notorio en ciudades portuarias como Boston o Nueva York.

De hecho, Nueva Inglaterra fue el territorio donde inicialmente se instaló el mayor número de telares de algodón, hacia las décadas de 1790 y 1800. Sin embargo, todavía hacia 1815 esta región era predominantemente agrícola y comercial. La pérdida de gran parte de este carácter agrícola derivó a mediados del siglo XIX del trasvase masivo de cereales del Oeste a partir de la apertura del Canal del Erie.

El éxito de la industria textil de Nueva Inglaterra derivó sustancialmente de unas muy favorables condiciones del mercado. Tanto el Sur como el Oeste aportaban mercados muy apetecibles, dados los adelantos en los transportes y el crecimiento de la población al compás de la inmigración. Asimismo, al compás de la concentración del comercio y la industria, tuvo lugar en el Nordeste el crecimiento de grandes aglomeraciones urbanas, como Nueva York, Boston, Filadelfia y Baltimore. Al mismo tiempo, se convirtieron, sobre todo Nueva York, en el principal centro de inmigración de Estados Unidos. Además, para 1900, Wall Street comenzaba a vislumbrarse como el símbolo del capitalismo americano.

La Segunda Revolución Industrial y Nuevos Polos de Desarrollo

En lo concerniente a las grandes industrias de la Segunda Revolución Industrial, basadas en la producción química, automóviles, etc., estas ya no se localizaron tanto en Nueva Inglaterra, sino en las ciudades en expansión del interior, más cercanas a las fuentes de materias primas.

  • Pittsburgh se basó en la supremacía en cuanto a producción de hierro y acero, amparándose en una favorable situación geográfica que le posibilitaba abastecimiento barato de carbón y mineral de hierro.
  • Por su parte, Chicago se convertiría, también para 1900, en el mayor mercado de carnes y cereales a nivel mundial.

Estructura Empresarial y la Era de los Trusts

Respecto a la configuración de la estructura empresarial, hacia 1850 todavía predominaba la pequeña empresa, dedicada al consumo local. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, sin embargo, un reducido número de grandes firmas controlaba de forma oligopolística los mercados norteamericanos e, incluso, extendía su influencia fuera del país. Entre estas empresas se encontraban: United States Steel, Standard Oil, American Tobacco, Pullman, Singer y otras.

Estas grandes corporaciones lograron importantes economías de escala al compás de la consolidación del mercado nacional a finales del siglo XIX. Con el fin de incrementar aún más su gran dimensión, controlar precios y mercados, y maximizar beneficios, procedieron a la formación de grandes trusts. La concentración, bien horizontal o vertical, de las empresas venía seguida frecuentemente por su reorganización interna, lográndose mayor productividad y eficacia administrativa. De hecho, llegaron a transformarse en verdaderas «burocracias federales» con sus departamentos de producción, contabilidad, compras y ventas.

Un ejemplo de concentración vertical sería la United States Steel, que disponía de minas de carbón y de hierro que aseguraban el suministro de sus acerías y de instalaciones para la transformación del producto. Llegaría a controlar el 60% del mercado americano del acero. Por su parte, John D. Rockefeller logró prácticamente el monopolio petrolífero para la Standard Oil.

No obstante, los métodos e intentos de monopolización y restricción de la libertad de comercio contarían frecuentemente con la oposición tanto de la legislación como de la opinión pública, dando lugar a una serie de disposiciones legales anti-trust a finales del XIX y comienzos del XX, como la Ley Sherman o la Ley Clayton. Incluso en 1932, ya durante la presidencia de F. D. Roosevelt, se volvería a actuar en contra de los trusts.

Innovación en la Producción: Taylorismo y Fordismo

Otra característica definitoria de la empresa norteamericana fue su temprano intento por lograr una organización científica de la actividad productiva. Para ello, ya desde finales del siglo XIX, el ingeniero Frederick Taylor impulsó la introducción de métodos científicos en el trabajo (Taylorismo), con el fin de aumentar el rendimiento por operario.

Por su parte, a comienzos del siglo XX, el empresario Henry Ford impulsaría la producción en serie o en cadena. Con ello, orientaba la industria del automóvil hacia la producción en masa, abaratando el producto final para el consumidor, con vistas a un mercado interior igualmente masivo. Todo ello se vio favorecido por la favorable acogida del consumidor a los productos de carácter homogéneo, fabricados en serie.

Efectivamente, el logro de un mercado masivo para la producción de la industria estadounidense es otro de los rasgos que definen sus objetivos. La economía experimentó un amplio desarrollo como consecuencia de unas inversiones masivas que, a su vez, se basaban en una fuerte demanda de artículos de consumo duraderos, como automóviles y aparatos eléctricos, y en una expansión acelerada del sector de la construcción y del de servicios.

Comparado con el de otros países, el mercado de artículos de consumo americano siempre había sido grande, especialmente desde que se articuló un verdadero mercado nacional gracias al sistema ferroviario. La industria estuvo en condiciones de producir masivamente estos bienes, cuya fabricación implicaba importantes conquistas tecnológicas en diversos campos como la metalurgia y la electrónica, aplicadas a la producción en gran escala de bienes de consumo.

Ejemplo de estas mejoras en tecnología fue la cadena de producción, mediante la cual el producto pasaba frente a una serie de obreros, cada uno de los cuales efectuaba en él una sencilla operación básica. La producción per cápita creció porque cada hombre disponía de más equipo y también porque la reiteración de las sencillas operaciones facilitaba su ejecución. El más famoso exponente de la cadena de producción, aunque en modo alguno su creador, fue Henry Ford, quien aplicó las ideas sobre gestión científica de Frederick W. Taylor a la fabricación de los Ford Modelo T. Hasta el punto que la fabricación en serie de vehículos a motor, y en particular el automóvil privado, se convirtió en uno de los rasgos más característicos de la prosperidad americana. Posteriormente, las cadenas de producción, los instrumentos eléctricos portátiles y las taladradoras y estampadoras automáticas se harían corrientes en la industria americana de bienes de consumo.

El Mercado Masivo y la Publicidad

En estas circunstancias, otro elemento que vino a incidir en el desarrollo de un mercado masivo para los productos estadounidenses sería la aparición de la publicidad sistemática, que comenzó a experimentar una gran difusión debido a la introducción en Estados Unidos de los periódicos «tabloides» y a la popularización de la radio.

Relaciones Laborales y Sindicatos

Otra característica del entorno empresarial estadounidense vino dada por los intentos de vinculación de los obreros a la marcha de la empresa, tratando de apartarlos del movimiento sindical. Esta labor fue facilitada por diversas vías:

  • Mediante la elevación del sueldo de los trabajadores (tendencia seguida por H. Ford).
  • A partir de la integración del sindicato en la sociedad capitalista y mediante la autocomplacencia sindical consciente del alto nivel de vida norteamericano en comparación incluso con el europeo.

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