Ciudades primarias

  • Las funciones de las ciudades españolas

Son las actividades socioeconómicas que desempeñan las ciudades hacia el exterior. Pueden clasificarse en diversos tipos:

  1. Ciudades primarias:


    Tienen una especialización en actividades del sector primario. Destacan las agro-ciudades andaluzas, manchegas, murcianas y levantinas, además de las ciudades mineras.
  1. Ciudades secundarias:


    En unos casos están especializadas en la industria, como las primeras ciudades que se incorporaron a la revolución industrial o como muchas de las que forman parte de las áreas metropolitanas.
  1. Ciudades terciarias:


    Están especializadas en servicios, como las grandes metrópolis nacionales. Pueden ser comerciales, administrativos, culturales, turísticos, etc.
  • El área de influencia urbana

Por las funciones que desempeñan hacia el exterior, las ciudades se consideran lugares centrales que abastecen de bienes y servicios a su área de influencia.
Será mayor cuanto más diversas y especializadas sean las funciones urbanas.

El modelo teórico de Christaller consta de clasificar los lugares centrales de acuerdo con la variedad y calidad de las funciones que desempeñan y les adjudica un área de influencia hexagonal. De esta manera, un pueblo tendría como área de influencia seis aldeas, una villa tendría como área de influencia seis pueblos, etc., hasta llegar a las ciudades de mayor categoría. El resultado es un territorio organizado en forma hexagonal formada por las áreas de influencia de cada uno de los lugares centrales. Es muy difícil que este modelo se dé en la realidad. Pero, si se compara el caso español con el modelo teórico de Christaller resulta una distribución relativamente aceptable:

  • Madrid es el lugar central principal y su influencia se extiende por toda España.
  • En la periferia se sitúan los núcleos que le siguen en influencia (Barcelona, Valencia, Sevilla, La Coruña y Bilbao).
  • A una distancia intermedia se encuentran las ciudades de rango medio (Burgos, Zaragoza, Murcia, Granada) y después los núcleos de influencia menor.
  • La jerarquía urbana española

Se pueden establecer una serie de categorías de las ciudades en función de su tamaño demográfico, las funciones que tienen, la extensión de su área de influencia, etc. Las categorías más importantes son las siguientes:

  1. Metrópolis:


    Son las ciudades que se encuentran en la cima de la jerarquía del sistema urbano. Su población supera los 250.000hab. Desempeñan funciones más especializadas y diversificadas que el resto, relacionadas con el sector terciario:
  • Las metrópolis nacionales:


    Son las áreas metropolitanas de Madrid y de Barcelona. Su población supera los 4mill. De habitantes. Su área de influencia se extiende por todo el territorio nacional y se encuentran relacionadas con otras metrópolis mundiales, actuando como enlace entre el sistema urbano europeo y global y el español y local.

  • Las metrópolis regionales:

    Son las áreas metropolitanas de Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga o Zaragoza. Tienen una población entre los 1,5mill. Y 500.000hab. Tienen un área de influencia regional y mantienen relaciones intensas con las metrópolis nacionales.

  • Las metrópolis subregionales o regionales de segundo orden:

    Son ciudades como Valladolid, Oviedo, Alicante, etc. Tienen una población de 500.000 a 250.000 habitantes. Cuentan algunas de ellas con servicios altamente especializados, como la universidad. Su área de influencia es subregional o regional en el caso de comunidades autónomas uniprovinciales.
  1. Ciudades medias


    Son capitales de provincia no incluidas en los apartados anteriores. Su población está entre los 250.000 y 50.000hab. Y sus funciones son terciarias no especializadas.
  1. Ciudades pequeñas o villas


    Tienen una población de menos de 50.000hab. Como  Astorga, Pola de Siero, etc. Sus funciones son mucho menos especializadas y son nodos de transporte para la comarca y su área de influencia es comarcal.

Actualmente existen desequilibrios en­tre las comunidades autónomas y dentro de cada una de ellas, debidos a factores físicos y humanos, algunos de ellos heredados y otros nuevos. Podemos clasificarlos en cuatro tipos: económicos, demográfi­cos, sociales y políticos./El factor fundamental que ha propiciado la existencia de desequilibrios en España ha sido la industrialización, que, desde sus orígenes en el Siglo XIX, creó acusados contrastes económicos, demográficos, sociales y políticos entre las zonas periféricas donde se instalaron las primeras fábricas y el interior agrario (salvo Madrid). /Estos desequilibrios económicos iniciales se acentuaron en los años sesenta, cuando el desarrollo económico español tuvo como pilares el sector secundario y el turismo. Ello provocó una concentración de la ri­queza y del empleo en las regiones que, por poseer los recursos nece­sarios, se especializaron en estas actividades: el País Vasco, Cataluña, Levante, Baleares o la costa andaluza. Madrid, como centro político, administrativo y financiero acabó atrayendo a un importante número de industrias. En cambio, quedaron atrasadas aquellas regiones con un peso excesivo del sector primario o con industrias pequeñas y tradi­cionales (las del interior, salvo Madrid). De esta forma se concentraron en algunos territorios la mayor parte de los recursos, las iniciativas o la población, y estos territorios experimentaron una gran desarrollo en sus niveles de vida, no solo en el nivel de renta (educación, sanidad, comunicaciones, cultura, ocio…) mientras que otras regiones quedaron notablemente atrasadas, lo que favorecíó nuevos trasvases de recursos hacia las regiones más dinámicas./La crisis mundial de 1975 afectó especialmente a las regiones más industrializa­das (aunque se manifestó también en las demás), frenando el anterior proceso de concentración de la producción y de la población en unas pocas regiones. Desde ese momento disminuyó el peso de la industria tradicional en la economía regional y aumentó el peso de la alta tecnología y de los servicios de mayor nivel (investigación, finanzas, comunicaciones…). /A este hecho hay que añadir el desarrollo de una política autonómica a partir de la entrada en vigor de la constitución de 1978, que favorecíó un desarrollo más equilibrado de las infraestructuras (carreteras, universidades, comunicaciones, administración pública…) en las diversas Comunidades.

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