Bosque perennifolio

A) La vegetación correspondiente al clima oceánico o paisaje vegetal de clima oceánicose engloba dentro de la regíón floral eurosiberiana. Sus formaciones vegetales carácterísticas son el bosque caducifolio, la landa y el prado. Pasamos a analizar cada una de ellas.

El bosque caducifolio

Está localizado en la franja norte de la Península, ocupando gran parte de Galicia, vertiente norte de la Cordillera Cantábrica, norte de Navarra, País Vasco, norte de Aragón y Cataluña.
Es un bosque de árboles altos, con tronco recto y liso y hoja gran­de, que cae en otoño. Este tipo de bosque posee relativamente pocas especies que aparecen reunidas formando grandes masas. Las más ca­racterísticas son el roble y el haya. En el sotobosque crecen helechos y musgos, en un ambiente sombrío causado por las copas de los árboles. Vamos a analizar sus principales formaciones: 
Elhaya es un árbol de crecimiento bastante rápido, puede alcanzar hasta 30 metros de alto, tolera mal el calor y muy bien el frío y exige gran humedad, por lo que es un árbol de montaña (óptima 1000-700 metros), que se adapta a suelos calizos y silíceos, aunque prefiere los calcáreos. Forma grandes masas forestales, en unos casos monoespecíficas y en otras mixtas con el roble. Su área principal está en la Cordillera Cantábrica y el Pirineo navarro. Su madera, dura y de buena calidad, se emplea para elaborar muebles y utensilios.

– El roble es un árbol de crecimiento lento, puede alcanzar de 15 a 20 metros de altura. Exige humedad y no soporta verano calurosos, por lo podemos encontrarlo en el área oceánica pero también en el piso basal de sistemas montañosos mediterráneos hasta los 600 metros de altura, donde la altura mitiga el calor del verano y eleva las precipitaciones. Por tanto, su área principal se encuentra en Galicia, sector occidental de la Cordillera Cantábrica, León y Zamora, Sistema Central, Sierra Morena y algunos sectores del Sistema Ibérico, de la cordillera Penibética y la Costera Catalana. Su madera dura se emplea para la construcción y para fabricar muebles y barcos.
Dentro de la vegetación secundaria debemos destacar el castaño que ha ganado terreno a costa del roble, gracias al aprovechamiento de su fruto y madera. Otras especies secundarias son el fresno, el tilo, el olmo y el avellano.

En la transición hacia el paisaje mediterráneo nos aparece el bosque marescente de rebollo y quejigo, con árboles menos altos, que mantienen sus hojas secas hasta el nacimiento del nuevo brote.
   Las especies exógenas se deben a repoblaciones con árboles de crecimiento rápido para su aprovechamiento económico, caso del pino y el eucalipto.
 Ambos árboles son muy contraproducentes al provocar la acidificación del suelo (favoreciendo su empobrecimiento) y la extensión de los incendios por su facilidad para arder.

→ La landa y los prados


   La vegetación de matorral está representada por la Landa, cuya altura puede ser baja o alcanzar los cuatro metros. Sus especies más abundantes son el brezo, el tojo y la retama, aparece como degradación del bosque cadu­cifolio o como vegetación supraforestal entre los  1600 y 2000 metros de altitud. Suele usarse para cama de animales y luego como abono.

Los prados ocupan grandes extensiones de terreno en los paisajes oceá­nicos. En ellos abunda la vegetación herbácea y los pastizales.


B) La vegetación correspondiente al clima mediterráneo o paisaje vegetal mediterráneo se engloba dentro de la regíón floral mediterránea. Sus formaciones vegetales carácterísticas son el bosque perennifolio de encina y alcornoque y el matorral (la maquia, la garriga y la estepa). Estas formaciones se han adaptado a la sequía mediante un sistema de raíces muy profundas y extensas para captar el agua, hojas perennes y esclerófilas (duras y coriáceas) y sistemas para disminuir la transpiración (pequeño tamaño, pilosidades, cera o goma, formación de espinas, etc..). Vamos a analizar sus principales formaciones: 

A) El bosque perennifolio


La localización del bosque perennifolio abarca buena parte de la Península Ibérica al sur de los sistemas montañosos norteños de la Cordillera Cantábrica y los Pirineos.
Está formado por árboles de mediana altura, con troncos no rectilíneos, de corteza gruesa y rugosa que proyectan sombra sobre el suelo para mitigar la insolación y la evaporación. Las especies más carácterísticas son la encina y el alcor­noque. Posee un rico sotobosque de piorno serrano y retama, ya que sus árboles se sitúan algo apartados unos de otros y la luz penetra de este modo con facilidad
– La encina es el árbol más carácterístico y extendido del clima mediterráneo. Es resistente a la sequía y se adapta a todo tipo de suelos. Su ma­dera, muy dura y resistente, se empleaba tradicionalmente para la elabo­ración de ruedas, carpintería exterior, utensilios y carbón, y su fruto, la bellota, para alimentar al ganado. Los bosques de encinas mejor conser­vados se encuentran en Sierra Morena, Extremadura y la sierra de Gua­darrama.
– El alcornoque es un árbol de 8 a 10 metros de altura, con corteza formada por una gruesa capa de corcho. Necesita inviernos suaves, cierta humedad (superior a 500 mm al año) y suelos silíceos, por lo que se concentra en el suroeste peninsular, aunque también hay sectores en el sur de Andalucía (de Cá¬diz a Málaga), al NE de Cataluña y en Castellón. Su madera, muy dura, se aprovecha para la realización de toneles y barcos, y su corteza, para la obtención de corcho.
Dentro de la vegetación secundaria debemos incluir el pino que es una formación vegetal secundaria que se adapta a condiciones extremas de frío, calor, humedad y aridez, así como a suelos diversos. Se ha extendido por amplias zonas como resultado de la intervención humana, por su mayor rapidez de crecimiento y por el aprovechamiento económico de su resina y de su madera (en la construcción, elaboración de muebles, aglomerado y pasta de papel)

El bosque perennifolio también se ha visto mermado en su extensión, de­bido a diversos motivos: la pérdida de gran parte de sus usos tradiciona­les; su sustitución por otras especies de buen aprovechamiento económi­co

Actualmente se trata de conservarlo mediante el sistema de la dehesa. Consiste en aclarar el bosque de encina y alcornoque y combinar el aprovechamiento de su fruto, de su leña y de su madera, así como la protección que ejercen los árboles sobre el suelo, con la agricultura y el pastoreo, que rotan cada cierto número de años. 



Vistos los dos grandes dominios y sus formaciones asociadas pasamos a describir  aquellos espacios biogeográficos que presentan unas carácterísticas más zonales como son el paisaje vegetal, el de montaña y la vegetación canaria.

C) Vegetación de Ribera


A lo largo de los ríos el suelo se impregna de humedad de modo que este espacio queda al margen del carácter seco que pueda tener el clima del entorno y forma los bosques de ribera que suelen estar formados por especies como el aliso (cu­yas raíces necesitan estar en el agua), el sauce, el chopo (que solo re­quieren que los extremos inferiores de sus raíces alcancen la humedad) 

Y el álamo

Menos exigentes en humedad son el fresno y el olmo.
Los matorrales más abundantes son el cornejo, el aligustre y la madreselva.
La vegetación de ribera también se ha visto reducida como consecuen­Cía de la acción antrópica sobre los márgenes y los cauces de los ríos (construcción de canales de riego, embalses, etc.). 

D) La vegetación de montaña


 Se dispone en pisos con formaciones vegetales distintas en función de la altura.

 La Montaña alpina está representada por los Pirineos. En su parte alta, sobre el bosque de encinas, robles y hayas se sitúa el piso subalpino, entre los 1200 y los 2400 metros, que reúne coníferas naturales, como el abeto blanco, que puede formar bosques mixtos con el haya y un rico sotobosque de arbustos (rodondendro y arándano). El piso alpino entre 2400 y 3000 domina el prado y en el nival por encima de 3000 metros la inclinación y las nieves perpetuas nos ofrecen la roca desnuda o pequeñas plantas rupícolas (liqúenes y musgos) en las grietas y fisuras. 

Las montañas incluidas en el área de clima mediterráneocarecen del piso subalpino (se pasa directamente del bosque caducifolio en la zona atlántica y perennifolio en la mediterránea al piso supraforestal). Constituyen islotes húmedos dentro de la aridez de este clima. En ellas son frecuentes los bosques de encinas y robles en el piso basal (S. Central, Montes de Toledo, S. Morena, C. Béticas) y formaciones mixtas de pino y roble quejigo. Por encima del piso supraforestal se encuentran los prados, que en la zona mediterrá­nea se reducen al fondo de los valles y otras zonas húmedas.

E) El paisaje vegetal de Canarias


De origen mediterráneo e influencias africanas y del Atlántico Sur. La insularidad determina la presencia de endemismo y reliquias
–  El piso basal marcado por la aridez tenemos matorrales ralos y ásperos, como el cardón y la tabaiba.
– El piso intermedio Bajan las temperaturas y aumenta la humedad creciendo especies como la palmera, el drago y la sabina.
– El piso termocanarioLa ve­getación se adapta a las nieblas causadas por el alisio, al mayor refresca­miento y a la menor insolación. Está constituida por dos originales for­maciones boscosas: el bosque de laurilsilva
– El piso canario está domi­nado por el bosque de coníferas con el pino canario.
El piso supracanario (violetas del Teide)
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