El Siglo XIX: La Lenta Industrialización Española
Gran Bretaña fue la pionera de la Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX. Tras ella, Alemania y Francia iniciaron el proceso industrializador. Sin embargo, en España, la industrialización no alcanzó los niveles de esos países, ya que el proceso fue desequilibrado tanto sectorial como regionalmente.
Hasta principios del siglo XIX, la artesanía presidió la actividad industrial en nuestro país. El trabajo artesanal, cuyo conocimiento pasaba de generación en generación, se ejercía en los talleres y en el trabajo domiciliario en las ciudades y los pueblos. A partir de estos talleres, en Cataluña surgieron las primeras fábricas textiles, mientras que en el País Vasco aparecían y se afirmaban las primeras industrias siderúrgicas.
Como consecuencia, la construcción del ferrocarril y el sector financiero experimentaron un desarrollo importante, pero este no se generalizó a todo el país.
Factores que Retrasaron la Industrialización en el Siglo XIX
Factores Socioeconómicos
Las razones socioeconómicas fueron varias:
- Estancamiento del sector agrario y nula inversión por parte de los grandes propietarios.
- Poco interés de la burguesía.
- Escaso poder adquisitivo del campesinado e inexistencia de un mercado interior.
El sector agrario no se modernizó. Así, mientras en Gran Bretaña se había elevado la productividad a partir de la reforma de la explotación y la propiedad, lo que provocó el aumento de capital de sus propietarios, en España los capitales obtenidos no se reinvertían en la modernización de la agricultura o para incentivar la industria, sino que se malograban en un ritmo de vida fastuoso.
La escasa burguesía no capitalizó cantidades para invertir. Sus aspiraciones consistían en imitar el estilo de vida de la nobleza, por lo que apenas emprendieron iniciativas en la capitalización de la industria.
El poder adquisitivo del campesinado era mínimo, pues su nivel de vida solo le permitía sobrevivir y, aun así, los periodos de hambruna eran cíclicos. Consecuentemente, el insignificante consumo no permitía la existencia de un mercado interior peninsular. Así, al no haber demanda interna, tampoco hubo interés en crear fábricas.
Factores Políticos y Comerciales
En el aspecto político y comercial, otros factores retrasaron el desarrollo industrial en España:
- La pérdida de las colonias americanas fue fundamental, ya que dejó a España sin otros mercados para sus manufacturas y sin rentas que engrosaran la Hacienda española.
- La Guerra de la Independencia y las Guerras Carlistas provocaron un desgaste en la sociedad y en la economía.
- La salida de materias primas hacia países del norte de Europa, productores de manufacturas. Estos necesitaban productos naturales agrícolas y mineros que compraban baratos a España, mientras esta compraba productos manufacturados caros.
- A lo largo del siglo XIX, los diferentes gobiernos aplicaron mayoritariamente una política librecambista en la que los productos del extranjero apenas pagaban impuestos. Esto perjudicaba seriamente a los escasos productos españoles, cuyo coste de producción resultaba bastante elevado.
El Despegue Industrial: España de 1959 a 1975
A partir de 1959, fecha en la que entró en vigor el Plan de Estabilización, la economía industrial española empezó a incorporarse al sistema mundial de economías capitalistas desarrolladas. Ello provocó una modernización de las estructuras y un crecimiento fabril sin precedentes.
La aplicación de este plan permitió la importación de bienes de equipo, la tecnología y los recursos necesarios para modernizar la industria e incrementar la producción.
Si bien al principio algunos ajustes en las empresas significaron pérdidas de puestos de trabajo, como en la industria textil, estos se canalizaron hacia otros sectores necesitados de mano de obra. Esta necesidad, además, fue en gran parte subsanada por la emigración, que alcanzó a lo largo de la década de los sesenta sus cuotas más altas.
La productividad durante este periodo creció espectacularmente y la exportación de productos españoles se generalizó.
La industria metalúrgica, la química y el sector energético se convirtieron en los motores del desarrollo que impulsaron al resto de los sectores industriales españoles. A la vez, se incrementaron las inversiones extranjeras y el mercado interior se diversificó. El poder adquisitivo de los habitantes subió y con ello se incrementó su consumo.
La política económica industrial se concretó en tres Planes de Desarrollo (1964-1967, 1968-1971 y 1972-1975) que aplicaron una planificación y regulación de los espacios industriales. Así, durante estos años, el Estado intentó promover, aunque con poco éxito, la industria en las regiones menos favorecidas, creando polos de promoción y desarrollo industrial.
El índice de producción industrial durante este periodo llegó a aumentar más de cuatro veces su valor y, en determinados momentos, su tasa de crecimiento se situó entre las más altas de Europa occidental. El resultado fue que la población activa dedicada al sector secundario aumentó.