La política agraria en España
La política agraria en España ha evolucionado a lo largo del tiempo en función de los contextos sociales, económicos y políticos. Se distinguen dos grandes etapas: antes y después del ingreso en la Comunidad Económica Europea en 1986, momento clave que supuso la adopción de la Política Agraria Común (PAC).
Desde mediados del siglo XIX hasta 1986
Durante el siglo XIX, las desamortizaciones supusieron los primeros intentos de transformar la estructura de la propiedad, aunque mantuvieron la concentración en pocas manos. La persistencia de estructuras señoriales y la baja productividad generaron tensiones sociales que exigían reformas agrarias. En este contexto, se iniciaron los primeros planes de regadío (1902, 1916 y 1919).
En la Segunda República (1932), se intentó llevar a cabo una reforma agraria más profunda, con expropiaciones y redistribución de tierras, pero fue interrumpida por la Guerra Civil.
Durante el franquismo, se creó el Instituto Nacional de Colonización (INC) (1939), que impulsó el regadío y creó más de 300 pueblos de colonización. Sin embargo, la propiedad de las tierras regadas siguió en manos de grandes propietarios, y las parcelas entregadas a los colonos eran demasiado pequeñas para su mecanización.
En los años 60 y 70, el Servicio Nacional de Concentración Parcelaria (SNCP) buscó reducir la fragmentación de la tierra, con cierto éxito en las dos Castillas. Aun así, en 1990 solo se había concentrado el 13% de la superficie agraria.
En 1971, se fusionan el INC y el SNCP en el IRYDA (Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario), que impulsó el desarrollo rural y buscó evitar el mantenimiento de latifundios improductivos. La ley de 1971 permitió expropiar grandes fincas, aunque con impacto limitado.
También se aplicaron políticas de precios intervencionistas para garantizar rentas mínimas, como el Fondo de Regulación de Productos Agrarios (FORPA).
Desde 1986: la Política Agraria Común (PAC)
Con la entrada en la CEE, España se integró en la PAC, estructurada en dos pilares:
- Primer pilar: ayudas directas y regulación de mercados, financiadas por el FEAGA.
- Segundo pilar: desarrollo rural, apoyado por el FEADER, que impulsa la sostenibilidad, la innovación y el relevo generacional.
Entre los objetivos de la PAC destacan: garantizar el suministro de alimentos, proteger al agricultor frente a las crisis, mejorar la competitividad, conservar el medio ambiente y fomentar comunidades rurales viables.
Desde 2003 se aplican criterios de condicionalidad (medio ambiente, sanidad y bienestar animal) y se ha suprimido el vínculo entre la producción y las subvenciones (desacoplamiento). Además, el agricultor recibe un pago único por hectárea, independientemente de lo que produzca.
Las repercusiones de la PAC han sido diversas:
- La zona cantábrica y el interior peninsular se han visto perjudicadas por sus producciones poco competitivas.
- El litoral mediterráneo, en cambio, ha resultado beneficiado por su orientación a productos hortofrutícolas de alta demanda.
- Persisten los problemas de excedentes agrícolas y de abandono del campo.
Por otro lado, las medidas de desarrollo rural incluyen ayudas a jóvenes agricultores, turismo rural, industrias agroalimentarias, conservación del paisaje, etc.
En resumen, la política agraria en España ha pasado de intentos nacionales de reforma a una integración plena en la PAC, que ha modernizado el sector pero también ha generado nuevas desigualdades regionales. El reto actual es lograr una agricultura más sostenible, competitiva y capaz de mantener vivo el medio rural.
Los paisajes de regadío en España
Introducción al regadío en España
Los paisajes de regadío en España constituyen una parte esencial del espacio agrario, a pesar de ocupar solo alrededor del 22% de la superficie cultivada. Su importancia es enorme por su alta productividad, su papel en la generación de empleo y su orientación hacia los mercados. Se trata de paisajes profundamente transformados por la acción humana, donde la disponibilidad y gestión del agua son elementos clave para el desarrollo agrario.
Características del paisaje de regadío
El regadío se basa en el aporte artificial de agua para garantizar cultivos incluso en condiciones climáticas adversas. En estos paisajes predominan las parcelas de tamaño medio o pequeño, bien delimitadas, con sistemas de riego (tradicionales o modernos), infraestructuras como acequias, presas o balsas, y un alto nivel de tecnificación, especialmente en cultivos intensivos. Se obtienen productos de alto valor añadido y se emplean tecnologías avanzadas, como el riego por goteo.
Tipos de regadío
Existen diferentes tipos de regadío: el regadío tradicional, de baja tecnificación; el intensivo y tecnificado, propio de explotaciones comerciales; y el regadío social, impulsado por el Estado para modernizar el campo y fijar población rural. Cada uno genera paisajes distintos, dependiendo del nivel de inversión, el tipo de cultivo y la estructura de propiedad.
El valle del Ebro
Esta zona cuenta con un regadío consolidado desde hace siglos. A través de infraestructuras como el Canal Imperial, se riegan cultivos herbáceos como maíz y cebada, además de frutales. Predominan las explotaciones familiares y medianas, y la modernización del regadío ha mejorado la productividad y el uso eficiente del agua.
El valle del Guadalquivir
Es una de las áreas más amplias y productivas del regadío español. Se cultivan arroz en las marismas, algodón, maíz y cítricos. El paisaje se caracteriza por grandes explotaciones, fuerte mecanización y orientación al mercado. Aquí se manifiestan también los retos del regadío intensivo, como la presión sobre el recurso hídrico.
Litoral mediterráneo y sudeste peninsular
En zonas como Murcia, Alicante y Almería, el regadío es muy intensivo y tecnificado. Se utilizan invernaderos, riego por goteo y cultivos altamente rentables como el tomate o el pimiento. Este modelo, fuertemente exportador, ha generado paisajes muy artificiales, con problemas ambientales graves como la sobreexplotación de acuíferos, salinización del suelo y contaminación.
Otras áreas destacadas
En Castilla-La Mancha, el regadío se ha desarrollado sobre acuíferos como el 23, aunque con serios problemas de sostenibilidad. En Cataluña, el canal de Urgell permite cultivos mixtos en un regadío bien planificado. También son importantes los arrozales del delta del Ebro y la Albufera valenciana, donde el agua forma parte del paisaje agrícola y ecológico a la vez.
Problemas actuales del regadío
El regadío español enfrenta problemas como la escasez de agua, agravada por el cambio climático, la sobreexplotación de acuíferos, la contaminación por fertilizantes, y el impacto ambiental del modelo intensivo. Estos problemas ponen en peligro la sostenibilidad a medio y largo plazo, tanto ecológica como económicamente.
Retos y soluciones
Frente a estos desafíos, se requiere una gestión eficiente del agua, la modernización de los sistemas de riego, la mejora en la planificación agraria y la apuesta por un modelo más sostenible. Solo así se podrá mantener la productividad sin comprometer los recursos naturales ni el equilibrio ecológico del territorio.