Estrategias de Reestructuración Industrial en España: Reconversión y Zonas de Declive

1.4. La Política Industrial Española frente a la Crisis

España, como el resto de los países industrializados, tuvo que adoptar políticas de reestructuración industrial para hacer frente a la crisis. En nuestro caso, estas políticas se demoraron casi una década: la coincidencia de la crisis con la transición política española hizo que se aplazaran medidas impopulares por temor a la conflictividad social.

La reestructuración industrial tiene dos vertientes complementarias: la reconversión industrial y la reindustrialización. En ambos casos, el instrumento fundamental usado por el Estado fue la concesión de ayudas:

  • Financieras: subvenciones y créditos blandos.
  • Fiscales: trato de favor por parte de Hacienda.
  • Laborales: facilidades para la regulación de empleo y jubilaciones anticipadas.

La Reconversión Industrial

La reconversión industrial, iniciada a partir de 1983, pretendía ser un «tratamiento de choque» para asegurar la viabilidad de las industrias en crisis mediante las reformas que les permitiesen adaptarse a las novedades tecnológicas y aumentar su competitividad, ahorrando costes y aumentando la productividad.

Actuaciones y Consecuencias Sociales

Las actuaciones consistieron en:

  • Ajustar la producción (eliminando el exceso de capacidad).
  • Renovar la tecnología.
  • Reducir la plantilla laboral.
  • Sanear financieramente las empresas.
  • Mejorar los sistemas de organización y gestión empresarial.

La prioridad otorgada al saneamiento financiero y a la mejora de la productividad se realizó a costa de importantes y, a veces, drásticos, ajustes de empleo, con elevados costes sociales, que dieron lugar a un alto grado de conflictividad laboral y social durante los años ochenta.

La reconversión afectó esencialmente a los «sectores maduros»:

  • Siderurgia.
  • Construcción naval.
  • Textil.
  • Calzado.
  • Línea blanca de electrodomésticos.

El proceso de reconversión industrial significó el desmantelamiento de buena parte de la industria más obsoleta.

Tras la primera reconversión industrial (1984-1989), la integración en la CEE y las condiciones de ingreso en el mercado único agravaron la presión para muchas empresas españolas que no podían competir con las europeas. Esto obligó a replantear una segunda reconversión industrial en 1991, cuando aún no había concluido la primera en muchos sectores.

La Reindustrialización

La consecuencia inmediata de esa reconversión fue una «desindustrialización» que tuvo un marcado carácter geográfico, porque las empresas especializadas en los sectores maduros estaban concentradas territorialmente.

Además de a determinados núcleos dispersos (Puertollano, Ponferrada, Cádiz, Linares) o áreas metropolitanas (Bajo Llobregat, sur metropolitano de Madrid), la crisis afectó en gran medida a la Cornisa Cantábrica. Todas estas zonas se convirtieron en áreas industriales en declive, con graves problemas económicos, sociales (aumento del paro, cierre de empresas, etc.) y ambientales (paisajes contaminantes).

Las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR)

Para recomponer el tejido industrial de estas zonas, las administraciones desarrollaron una política de «reindustrialización». Se establecieron determinadas figuras legales, como las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR), que en 1985 se transformaron en las Zonas Industrializadas en Declive (ZID). Estas surgieron con un objetivo muy concreto: promover con ayudas y subvenciones públicas las inversiones necesarias para:

  • Reactivar el tejido industrial (diversificando la estructura productiva de la zona).
  • Crear puestos de trabajo alternativos (absorbiendo a los parados) en aquellas ciudades o comarcas más gravemente afectadas por las pérdidas de empleo o por una elevada representación de subsectores tradicionales.

En total fueron siete las áreas declaradas en 1983 como ZUR, que incluían unos 80 municipios:

  • Asturias.
  • La zona del Nervión (Bilbao).
  • Los cinturones industriales de Madrid y de Barcelona.
  • El Ferrol.
  • Vigo.
  • La bahía de Cádiz.

Las empresas que se instalasen, ampliasen o trasladaran sus fábricas a estas zonas recibían incentivos fiscales y financieros y subvenciones para contratar a trabajadores parados procedentes de la reconversión.

Resultados de la Política de Reindustrialización

Los resultados de la política de reindustrialización no respondieron a las expectativas, puesto que, aunque la inversión realizada fue muy alta, la creación de empleo no llegó a una cuarta parte de lo esperado y además tuvo un carácter muy selectivo, pues la mitad de los proyectos y empleos que se crearon lo hicieron en Madrid y Barcelona.

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