Dominios Geomorfológicos de la Península Ibérica
Área Silícea: El Dominio del Granito
Esta zona ocupa principalmente el oeste de la Península, incluyendo el Sistema Central, Montes de Toledo, Sierra Morena, el sector occidental de la Cordillera Cantábrica y zonas aisladas de los Pirineos, el Sistema Ibérico y las cordilleras Costero-Catalana y Penibética. La roca que predomina es el granito, aunque también hay cuarcitas, gneis y pizarras.
El granito es muy duro y cristalino, formado en el interior de la Tierra, y su alteración da lugar a distintos tipos de relieve. Cuando se altera químicamente, el agua descompone sus cristales y produce arenas pardo-amarillentas, que se acumulan en valles o en zonas de poca pendiente.
Por otro lado, la alteración física ocurre a través de diaclasas, que son fisuras naturales en la roca, y genera diferentes formas según la altitud:
- En las zonas de alta montaña, el hielo rompe la roca formando galayos (crestas escarpadas y dentadas) y canchales (acumulaciones de bloques desprendidos al pie de la montaña).
- En las zonas menos elevadas, la disposición de las fracturas puede crear: domos redondeados por descamación, tores o apilamientos de bolas graníticas, piedras caballeras (bloques en equilibrio sobre otros), y berrocales o caos de bolas (cuando las rocas se acumulan de manera irregular al pie de la montaña).
Este relieve refleja cómo la dureza del granito y la acción del hielo y el agua han moldeado el paisaje a lo largo del tiempo.
Área Caliza: El Relieve Kárstico
Forma una gran “Z” invertida que va desde los Pirineos hasta los Sistemas Béticos, pasando por los Montes Vascos, la Cordillera Cantábrica e Islas Baleares. Está compuesta por sedimentos marinos mesozoicos, que se plegaron durante la Orogenia Alpina en la Era Terciaria. La roca principal es la caliza, aunque también se encuentran areniscas, yesos y conglomerados.
La caliza es dura, resistente y prácticamente impermeable, pero tiene fisuras y diaclasas que permiten que el agua se infiltre. La acción del agua ligeramente ácida provoca su disolución y genera el característico relieve kárstico, con formas muy variadas:
- Lapiaces o lenares: Surcos y canales en la superficie de la roca, que pueden ser lineales, en mesa o en forma de “mar de piedra”.
- Gargantas, hoces o desfiladeros: Valles estrechos y profundos excavados por los ríos.
- Dolinas o torcas: Cavidades circulares o en forma de embudo.
- Poljés: Valles cerrados donde el agua puede desaparecer por sumideros y que, si se inundan, forman lagos temporales.
- Cuevas: Con estalactitas y estalagmitas formadas por el agua.
- Sima: Comunican las galerías subterráneas con el exterior.
- Bogaz: Callejones verticales paralelos que quedaron al descubierto por erosión.
- Torcales: Grandes pliegues donde se acumula agua y que son erosionados por el hielo, el viento y el agua.
Área Arcillosa: La Erosión en Materiales Blandos
Se extiende por las depresiones de las Submesetas Norte y Sur, los valles del Guadalquivir y del Ebro, y algunas llanuras costeras mediterráneas. Las rocas predominantes son arcilla, marga y yeso, materiales blandos y sedimentarios que no han sido plegados, por lo que el relieve es básicamente horizontal.
Estos materiales se erosionan con facilidad, dando lugar a:
- Campiñas: Llanuras suavemente onduladas formadas por el desgaste de las rocas.
- Cárcavas y Badlands: Surcos estrechos y profundos separados por aristas, que crean paisajes muy irregulares en zonas donde alternan periodos secos y lluvias torrenciales y la vegetación es escasa.
El relieve arcilloso refleja cómo la blandura de los materiales condiciona la rapidez de la erosión y la formación de superficies planas o accidentadas según el clima y la vegetación.
Área Volcánica: Formas Ígneas y Extrusivas
Se localiza en las Islas Canarias y en algunas zonas peninsulares con actividad volcánica terciaria, como Cabo de Gata y Olot. Predominan las rocas ígneas, que se forman a partir del enfriamiento del magma. Si el enfriamiento ocurre lentamente bajo la superficie se forman rocas intrusivas como la pegmatita, y si ocurre rápidamente en la superficie se forman rocas extrusivas como el basalto.
El relieve volcánico está marcado por varias formas características:
- Conos volcánicos: Elevaciones cónicas abiertas por la boca del volcán.
- Calderas: Grandes cráteres por hundimiento o explosión.
- Malpaís: Terreno abrupto formado por lava solidificada rápidamente.
- Diques y roques: Antiguos conductos de magma expuestos por la erosión.
- Barrancos: Valles estrechos excavados por corrientes de agua.
- Conos de deyección: Acumulaciones de rocas al final de los barrancos.
- Glacis: Rampas suaves de depósitos aluviales.
- Modelado periglaciar: Donde el hielo fragmenta la roca en zonas altas formando taludes y acumulaciones de fragmentos.
La Red Fluvial Española: Vertientes y Gestión Hídrica
La red fluvial española está condicionada por el relieve, el clima, la vegetación y los suelos, que determinan la longitud, pendiente y caudal de los ríos.
Ríos de la Vertiente Atlántica
Los ríos son largos y de pendiente suave, como el Tajo, Duero, Guadiana o Guadalquivir, y nacen en zonas montañosas interiores para desembocar en el Atlántico. Su caudal es relativamente abundante por las precipitaciones estacionales y los numerosos afluentes, aunque puede ser irregular, con periodos de estiaje en verano, y su fuerza erosiva es limitada.
Ríos de la Vertiente Cantábrica
Por el contrario, los ríos de la vertiente cantábrica, como el Nervión, Nalón o Eo, son cortos, con fuertes pendientes y caudal constante durante todo el año debido al clima oceánico, que garantiza lluvias frecuentes y abundantes. La fuerza erosiva de estos ríos es elevada, modelando valles estrechos y rápidos.
Ríos de la Vertiente Mediterránea
Los ríos de la vertiente mediterránea, como el Ebro, Júcar, Turia, Segura o Guadalhorce, son generalmente cortos y de régimen estacional, con caudales máximos en otoño e invierno debido a las lluvias y mínimos en verano, llegando a secarse parcialmente en épocas secas. Esto se debe a:
- Un clima mediterráneo caracterizado por veranos largos y secos e inviernos suaves y lluviosos.
- La proximidad de las montañas a la costa, que limita la longitud de los ríos.
- Suelos generalmente áridos, que dificultan la retención de agua.
En esta vertiente, los humedales y lagos, como la Albufera de Valencia o el Delta del Ebro, actúan como depósitos de agua que regulan los caudales, protegen la biodiversidad y contribuyen a la recarga de acuíferos, aunque su conservación depende de la gestión humana y de la prevención de la contaminación.
Usos, Impactos y Gestión Sostenible
Los ríos de todas las vertientes se aprovechan para producción de energía hidroeléctrica, riego agrícola, abastecimiento urbano, pesca y actividades recreativas, requiriendo embalses, canales y sistemas de regulación. La intervención humana ha provocado impactos como contaminación, alteración de ecosistemas, extracción excesiva de agua y modificación de cauces.
Para minimizar estos impactos, se aplican políticas de gestión sostenible, como la Ley de Aguas, los Planes Hidrológicos de Cuenca y el Plan Hidrológico Nacional, que regulan los caudales, protegen la biodiversidad, aseguran el suministro de agua y buscan reducir riesgos de inundaciones y sequías, equilibrando las necesidades humanas con la conservación ambiental. En el Mediterráneo, se enfatiza la protección de humedales, la restauración de ecosistemas y las tecnologías de ahorro y reutilización de agua.
Los Dominios Biogeográficos de España
La Vegetación Atlántica: Bosques Caducifolios
La vegetación atlántica se desarrolla en un clima oceánico húmedo y templado, con precipitaciones abundantes y regulares durante todo el año, temperaturas suaves en la costa y moderadas en el interior, y un relieve accidentado. Los suelos suelen ser ácidos y pobres en nutrientes, lo que condiciona la presencia de especies adaptadas.
Formaciones Vegetales Clave
- Bosques caducifolios: Formados por robles (en altitudes bajas y suelos silíceos) y hayas (toleran mejor el frío y la humedad en zonas montañosas más altas), que presentan troncos rectos y copas densas.
- Landas de matorral: Aparecen en áreas degradadas o deforestadas, con brezo, tojo y retama.
- Prados herbáceos: Ocupan grandes extensiones y son aprovechados para pasto.
La intervención humana ha transformado el paisaje con agricultura, ganadería extensiva y repoblaciones de eucalipto y pino, que han desplazado a especies autóctonas. La vegetación atlántica tiene un importante valor económico y social, ya que los prados naturales permiten la ganadería bovina extensiva, los bosques proporcionan madera, y el paisaje genera turismo rural en Galicia, Asturias y Cantabria.
La Vegetación Mediterránea: Adaptación a la Sequía
La vegetación mediterránea se adapta a un clima con veranos largos, calurosos y secos, e inviernos suaves y húmedos, junto con suelos pobres y calcáreos, y un relieve irregular que condiciona la distribución de especies según la orientación de las laderas. La acción humana ha reducido los bosques originales debido a la agricultura, la ganadería, los incendios y la urbanización, aunque existen programas de conservación y reforestación que protegen especies autóctonas como la encina y el alcornoque.
Formaciones Vegetales Clave
Las formaciones vegetales más importantes son:
- Bosque mediterráneo: Compuesto por árboles de hoja perenne (como la encina y el alcornoque) adaptados a la sequía mediante raíces profundas y hojas coriáceas.
- Matorral mediterráneo: Formado por arbustos resistentes como romero, lentisco, jara o madroño que colonizan suelos degradados.
- Pastizales herbáceos: Ocupan zonas erosionadas.
- Bosques de ribera: En zonas húmedas, con álamos, sauces y fresnos.
Esta vegetación tiene un gran valor económico y ecológico, proporcionando madera, leña, corcho, pastos, plantas aromáticas y cultivos típicos como olivo, vid y cítricos. Además, espacios naturales y parques protegidos, como Doñana o Cabañeros, fomentan el turismo, conservan la biodiversidad y contribuyen al desarrollo sostenible de la región.
