Evolución Histórica de la Industria en España
España se incorporó tardíamente a la Revolución Industrial, iniciada en Gran Bretaña en el siglo XVIII, haciéndolo aproximadamente un siglo después. Las primeras zonas en industrializarse fueron Cataluña, donde se desarrolló la industria textil, y el País Vasco y Asturias, donde surgió una potente industria siderúrgica. Sin embargo, no fue hasta el siglo XX, especialmente en el periodo comprendido entre 1960 y 1973, cuando se llevó a cabo el auténtico desarrollo industrial, ampliándose los espacios industriales a toda la zona mediterránea. De esta forma, se configuraron dos grandes ejes o regiones industriales: el eje cantábrico y el eje mediterráneo, entre los cuales se extendía el eje del Valle del Ebro, y a los que había que añadir el área industrial madrileña. A partir de 1973, se inició una fuerte crisis industrial debido al encarecimiento del precio del petróleo. Esta etapa de crisis se concretó en el declive del eje cantábrico, reflejado en los procesos de reconversión industrial, aunque el dinamismo del eje mediterráneo continuó.
La industrialización española atravesó distintas fases clave:
El Inicio de la Industrialización (Segunda Mitad del Siglo XIX)
España se incorporó un siglo más tarde a la Revolución Industrial, iniciada en Gran Bretaña en el siglo XVIII, debido a diversos factores. A pesar de estos problemas, durante la segunda mitad del siglo XIX se establecieron algunas industrias en España, entre las que destacaban los sectores siderometalúrgico y textil. En cuanto a la localización, se manifestó un claro desequilibrio entre la periferia y el interior. La industria se concentró en las zonas periféricas y costeras, cercanas a las materias primas, las fuentes de energía y los puertos que facilitaban el transporte: Asturias y el País Vasco aglutinaron la industria siderometalúrgica, mientras que Cataluña se especializó en la industria textil.
La Industrialización Durante el Siglo XX
El proceso de industrialización a lo largo de este siglo fue discontinuo, si bien se destaca el auténtico despegue industrial que tuvo lugar entre 1960 y 1975.
A. La Primera Mitad del Siglo XX
Durante este periodo, continuó el desarrollo industrial de España iniciado en el siglo XIX, como lo demuestra el aumento de la población activa en el sector secundario (que pasó del 16% a comienzos de siglo al 26%). Las causas de este crecimiento se encuentran en la neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial, que impulsó las exportaciones, el consumo y las inversiones. No obstante, la crisis de 1929 y la Guerra Civil Española frenaron este avance y provocaron una caída significativa de la producción industrial.
Actuaciones Económicas Durante la Dictadura Franquista (hasta finales de los años 50)
En la etapa de la dictadura de Franco, hasta finales de los años 50, se identifican dos tipos de actuaciones económicas principales:
- Una fase de autarquía, que resultó en el estancamiento de la industria española y una marcada falta de competitividad.
- Una fuerte intervención estatal, que se materializó en la creación del Instituto Nacional de Industria (INI), organismo que agrupaba a las grandes empresas públicas (como HUNOSA, ENSIDESA, ENDESA, entre otras).
La localización industrial en esta época acentuó las diferencias entre la periferia litoral industrializada y el interior predominantemente rural, aunque con ciertos matices.
B. El Despegue Industrial (1960-1975)
Esta fase marcó el auténtico desarrollo industrial español. Hasta la década de 1950, España era un país eminentemente agrícola, con la mayoría de su población activa empleada en el sector primario. Para 1975, el sector secundario ya se había convertido en el principal empleador.
El catalizador de esta transformación fue el Plan de Estabilización de 1959, que puso fin a la autarquía y estableció como objetivos fundamentales:
- Sentar las bases para un crecimiento económico sostenido.
- Promover la integración y apertura de la economía española al exterior.
- Atraer inversiones extranjeras.
- Modernizar el tejido industrial y las fábricas.
- Contener los costes salariales.
Los desequilibrios territoriales derivados de la distribución industrial se agudizaron, con una creciente concentración de la actividad en cuatro regiones clave: Cataluña, Madrid, la Comunidad Valenciana y el País Vasco, que en conjunto representaban el 60% del empleo industrial.
C. Crisis de 1973 y Reestructuración Industrial
A partir de 1973, el crecimiento acelerado de la década anterior se vio interrumpido por una profunda crisis industrial, que también afectó a otros países industrializados. Entre sus causas principales destacan:
- El encarecimiento de la energía, como consecuencia directa de la crisis del petróleo de 1973.
- La creciente competencia de los Nuevos Países Industrializados (NPI) —como Corea del Sur, Taiwán, Singapur, etc.—, que ofrecían productos a precios muy competitivos gracias a sus bajos costes laborales.
- La falta de competitividad de la industria española, caracterizada por su escasa adaptación a las nuevas tecnologías y procesos productivos.
Como resultado de la crisis, España experimentó un aumento de la tasa de desempleo, el cierre de numerosas empresas y una disminución de la contribución de la industria al Producto Interior Bruto (PIB). Ante esta coyuntura, se implementaron planes de reconversión industrial en los sectores más afectados, como la siderurgia, los astilleros, la construcción naval y la minería.
D. Situación Actual de la Industria Española
En la actualidad, la industria ha cedido su posición como sector predominante en la economía española —rol que ostentó en los años 60— al sector terciario. Este cambio se refleja tanto en la distribución de la población activa como en la aportación al Producto Interior Bruto (PIB), un fenómeno conocido como la terciarización de la economía.
No obstante, la industria española continúa enfrentándose a diversos problemas estructurales:
- Una excesiva atomización empresarial, con un claro predominio de pequeñas y medianas empresas (PYMES) que dificulta la consecución de economías de escala.
- Inversiones insuficientes en investigación y desarrollo tecnológico (I+D), lo que genera una considerable dependencia de patentes y tecnología extranjeras en subsectores cruciales como el automovilístico, la maquinaria electrónica, los electrodomésticos y la industria farmacéutica, entre otros.
- Una limitada competitividad en el contexto de la Unión Europea (UE), atribuible a factores como una productividad relativamente baja y costes de producción elevados.